Martes, 24 de septiembre de 2013 | Hoy
MUSICA › MUSICA > ENTREVISTA A PABLO MILANéS, QUE EL JUEVES PRESENTA RENACIMIENTO EN EL TEATRO GRAN REX
El cubano asegura que, en parte, tomó elementos de la música renacentista, la barroca y el jazz en su flamante disco, para demostrarles a sus colegas “que hay mejores músicas a las que acudir”. Pero el título también tiene que ver con “un renacer personal y profesional”.
Por Karina Micheletto
Pablo Milanés tiene disco nuevo y la Argentina será uno de los lugares donde lo presentará en vivo: el próximo jueves, el cubano lo estará mostrando –junto a sus clásicos de siempre, claro– en el teatro Gran Rex. El disco se llama Renacimiento, y Milanés habla de “un renacer personal y profesional” para explicar su nombre y contenido. El músico conversa con Página/12 desde su “casita de La Habana, ya listo para salir a la calle”, dice. Y describe este Renacimiento que eligió como nombre para su nuevo trabajo, un título sin dudas significativo. “Lo elegí por dos razones: primero, porque creo que estoy en una etapa de renacimiento de mi obra, he abordado temas que nunca había abordado, y me he atrevido a hacerlo por primera vez con géneros muy difíciles, porque son géneros de tradición oral que muy poco se estudian en las escuelas. Y luego, claro, porque la música del Renacimiento es parte de esta elección musical”, puntualiza.
En esa intersección descansa el rumbo que ha elegido para este disco, del que por ahora hay sólo fórmulas enunciativas: “Hay poca tradición escolástica de estos géneros que yo he aprendido en la calle, el guaguancó, el chagüí, el danzón, la guajira, el son, la conga. Son expresiones muy populares de Cuba que se aprenden de esa manera y que hoy están olvidadas. Todo eso lo abordo comenzando siempre con algunas sugerencias barrocas y renacentistas”, cuenta.
–Porque soy un amante de la música renacentista, de la música barroca, y del jazz también. Y de alguna manera he acudido a ellos para demostrar algo: que hay géneros que se pueden abordar dentro de la música que dan una calidad extraordinaria ya de por sí. No estoy diciendo que las canciones sean buenas, sino que las hace buenas el modo de acudir a estos géneros que nunca mueren. Es exactamente lo contrario a lo que ocurre con todo lo que se está escuchando ahora, que en mi criterio es música de muy mala calidad.
–La gran mayoría. Creo que ha bajado el nivel del gusto en el mundo entero, y en especial en mi país.
–Se está escuchando música mala, en general cunden las televisiones y las músicas comerciales, sin sustento. En parte he hecho este disco para demostrarles a los músicos, a mis compañeros, que hay mejores músicas a las que acudir. Aunque no seas un maestro, un genio de la composición, hay géneros a los que puedes acudir que son más nobles, más espirituales, formalmente mejores. Hoy día no suena buena música ni en Cuba ni en ningún lugar; creo que se oye muy mala música en el mundo entero. Claro, llama la atención que en Cuba se oiga mala música y que los medios de comunicación, que son del Estado, no atiendan una política cultural de calidad musical.
–Más idílica.
–Bueno, sí, siempre pienso que eso es algo interesante, que los jóvenes siguen trabajando igual, hay mucho talento en la calle. Pero no se le da utilidad, las transnacionales no los escuchan, a los empresarios no les interesa. Yo estoy aprovechando que la Universal me da la oportunidad, pero somos pocos los que podemos hacerlo. Puedo hacer conocer mi trabajo en el mundo entero, he tenido la responsabilidad de asumir eso, una oportunidad que, como dije, tenemos pocos.
–Me siguen pareciendo asombrosos. Nosotros no pensábamos que iban a tener esa repercusión, qué va. Es que la música nuestra primero se conoció por el boca a boca, porque sucedió un fenómeno sociológico: muchos exiliados de América, entre ellos muchos argentinos, se fueron a Europa. Y yo canté en Europa primero, en los ’70, donde había muchos exiliados. Cuando llegué por primera vez a la Argentina, en el ’83, la música mía era conocida perfectamente aquí, igual que la de Silvio y la de otros. No fue una sorpresa, pero sí un asombro, la manera en que nos acogieron. Vinimos para hacer un recital e hicimos 23, algo que nunca esperamos. A partir de eso fue un boom en toda América latina: el éxito que tuvimos marcó un antes y un después.
–Hay un público refinado, una crítica refinada, un pueblo que escucha, que lo atiende a uno, por eso a mí me interesa trabajar allí. La Argentina y México son dos países con un público extraordinario.
–Antes solía hablar mucho de política, diría que hablaba de política el 90 por ciento de las notas y luego, el diez restante, de mi música. Hoy en día no tengo que hablar de política, los propios dirigentes cubanos se encargan de eso. Hay una autocrítica absoluta a todo el mal trabajo que se ha hecho, a los errores que se han cometido, cualquiera que busca en Internet lo encuentra. A esta altura, ya no tiene sentido que yo agregue nada. Lo decía cuando nadie lo decía, cuando todo el mundo tenía miedo de hablar. Hoy ya los propios dirigentes aceptan que hay errores que hay que subsanar.
–Sí, claro. Creo que hoy en Cuba tiene que haber un cambio, y creo que es posible porque creo en la Revolución. Sigo siendo un revolucionario.
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