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Sábado, 17 de mayo de 2014

MUSICA › MISIA PRESENTARA DELIKATESSEN CAFE CONCERTO ESTA NOCHE EN EL TEATRO COLISEO

“Fue natural abrirme a más géneros”

La portuguesa es la mayor estrella actual del fado, pero en su último trabajo grabó música de cabaret, canciones francesas, tangos, boleros y coplas españolas, junto a invitados como Iggy Pop, Melech Mechaya, Adriana Calcanhotto y Ramón Vargas.

 Por Cristian Vitale

Nació en Porto. Atravesó parte de su juventud en Barcelona y parte en Madrid. Después, muchos viajes globales de por medio, volvió a Lisboa. Misia fue y vino muchas veces, al cabo. “Vivem em nós inumeros”, cita ella, de Fernando Pessoa, para explicar tal trajín. “Mi mayor influencia, sin embargo, es la de mi infancia y adolescencia, donde la música de fado era la matriz, la principal sonoridad de mi cotidiano”, sopesa luego, en un intento por encontrar cierta unidad en la diversidad. De fado habrá que hablar entonces –solo en principio, claro– para explicar de qué va esta multifacética artista portuguesa, que se presentará hoy a las 20.30 en el Teatro Coliseo (Marcelo T. de Alvear 1125). Allí mostrará su último disco: Delikatessen Café Concerto. “El fado es una música misteriosa y compleja. Tiene opinion makers, personas que ejercen el veto y también el poder, como en la política. Digamos que cada cual tiene su fado”, se ríe ella, a quien muchos sindican como la máxima estrella actual del género.

–¿Su posición frente al fado es innovadora, tradicionalista, respetuosa, rebelde o qué?

–A ver... Cuando grabé mi primer disco, en 1991, no era un buen momento para cantar fado. Salvando rarísimas excepciones, el género no tenía prestigio social ni interés comercial. Dicen los libros que aquel disco fue la primera experiencia de lo que se llama Nuevo Fado. En el país del Nuevo Tango sabrán seguramente lo que esos epítetos significan (risas). Traté de hacer un fado diferente, nunca moderno, que resultaba de una visión personal y buscando la colaboración de compositores exteriores al universo tradicional y previsible, sin saber si habría un público para ello. En suma, todo lo contrario de responder a una moda, a una demanda de la industria discográfica... Digamos que hago mi camino, y respeto tanto a los ortodoxos como a las nuevas voces.

De fado se ha hablado y ahora sí queda el terreno llano y libre para que Misia explique un más allá nutrido por la diversidad. Una arista podría radicar en los invitados a su flamante disco: desde Iggy Pop y Melech Mechaya hasta Adriana Calcanhotto y Ramón Vargas. Otra, el cabaret. Y una tercera, la incorporación de canciones francesas, tangos, boleros y coplas españolas. “Me abrí a otros géneros de forma natural, ya que de adolescente escuchaba varios tipos de música. Tenía contacto con la danza a través de mi madre, y con el teatro y el burlesque a través de mi abuela. Más tarde, los viajes durante veinte años me han mostrado la evolución de otras músicas. Me han dado porosidad y ganas de reciprocidad. Busco en otras culturas la mía, y viceversa. Me siento local y, por eso, universal”, sostiene la cantante. “Además, a partir de un momento comprendí que no era obligada a escoger entre una cosa u otra, podía ser una cosa más otra, y aún otra más. Fue una revelación liberadora. Hace años que se acabaron las amputaciones a fin de ser una persona fácil para terceros.”

–¿Qué siente cuando se la menciona como “la estrella mundial de la world music” o “la número uno del fado”? ¿Le resulta pomposo, exagerado?

–Agradezco el cumplido, pero sin falsas modestias. Me siento únicamente una mujer que canta lo que le gusta, un espíritu libre. Eso, créame, no es nada fácil y ya es muchísimo para mí. Tengo una relación honesta y afectiva con el público de varios países, sedimentada durante años. Eso me da una enorme energía para continuar, incluso en los momentos difíciles. El fado está de moda, y cada mes sale una nueva heredera de Amália Rodrigues, como si eso fuera posible (risas).

–Acaba de mencionar a la reina madre del fado, ¿qué implica ella para usted?

–Hace quince años que murió y quince que sigue viva. Amália es una artista que va mucho más allá del fado y lo portugués. Ella cantó en castellano, francés, inglés, italiano, napolitano. Aprendió a escribir poesía con los mejores poetas y decía frases como “es muy complicado ser simples”. ¿Cómo no venerarla?

El disco que mostrará Misia en Buenos Aires congrega, dicho está, músicas de varios países, géneros distintos e invitados disímiles. “Invitados diferentes y complementarios enriquecen este proyecto y hacen que una mesa sea más interesante, porque con cada uno de ellos el proceso fue diferente. Soy amiga de Calcanhotto y del tenor mexicano Ramón Vargas. Con Iggy Pop compartimos manager y yo buscaba una voz de su tipo. A los invitados portugueses, Melech Mechaya y Dead Combo, ya los conocía personalmente y soy fan incontestable de su trabajo”, reparte flores la cantante que incluyó, entre las piezas “extra fado”, una versión de la notable “Oblivion”, de Astor Piazzolla. “Varias circunstancias me llevan a sentirme especialmente unida a este tema. Canté dos temporadas en el Théâtre des Bouffes du Nord en París, en el mismo escenario donde Milva la interpretó magistralmente, acompañada por Piazzolla. Incluso cuando la canto, me apoyo en un extremo del escenario, como lo hizo ella. Mi interpretación vive en ese estado de spleen y desapego de lo que con lucidez sabemos no poder alcanzar”, cuenta la lusitana, que una vez hizo de María, en una puesta de la operita de Piazzolla-Ferrer producida por el Teatro Nacional de São Carlos de Lisboa, en 2007.

–“Este concierto es una cena en tiempos de crisis”, dice usted acerca del contenido del recital. ¿Podría extender el concepto al hoy de la Argentina, donde la palabra crisis atrasa?

–Todo esto está dispuesto sobre la mesa de una cena pensada para un tiempo de crisis, como la inhumana crisis que se vive en Europa del sur. En un momento rabeliano me comeré mis canciones, tal como Charlie Chaplin se comió su zapato.

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“En un momento rabeliano me comeré mis canciones, tal como Chaplin se comió su zapato”, dice Misia.
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