Sábado, 7 de octubre de 2006 | Hoy
MUSICA › EL CURIOSO CASO DE LA MUSIC MAKER RELIEF FOUNDATION, SOLIDARIDAD ENTRE MUSICOS
La fundación, creada por Tim Duffy y apadrinada por Taj Mahal, se dedica a rescatar músicos talentosos y pobres del sur estadounidense. Dos de ellos actuarán esta noche en ND Ateneo.
Por Cristian Vitale
Es imposible discutir su piné de gringo. Tim Duffy tiene un sombrero texano negro, camisa floreada y una filmadora curiosa que registra la galería de personajes que pululan por el Bauen. Además es muy alto, blanquísimo y gesticula distinto que el porteño de bar. Pegado a él, hay un negro que parece un blues antropomórfico. Se llama –o le dicen–- Captain Luke. Nació en Carolina del Sur en 1927, porta un sombrero con banderitas de todos los países, fuma cigarro con boquilla, habla grueso, rápido y poco. Pero es muy simpático. “Soy un barítono natural –es uno de sus aforismos– canto desde los 6 años, cuando ayudaba a mi tío a arar en la granja de mi padre”. En la cabecera de la mesa, cuya ventana da a Callao, está la tercera pata del elenco que la Music Maker Relief Foundation (Fundación para la asistencia de los hacedores de música) trajo al país para presentar (debutó anoche) hoy en el Ateneo. Es mujer y se llama Beverly “Guitar” Watkins. También es “muy” negra y el mote, lógico, tiene que ver con el instrumento que toca desde los 9 años. Su inglés es intrincado, y menos mal que Dafne –mujer de Botafogo– está junto a ella para descifrar lo que dice. “Dice que empezó a tocar porque Dios le dio un don. Y que, igual que Duke, no sabe música... toca de oído”.
Taj Mahal, uno de los padrinos de la fundación, la definió como “una Hendrix” que toca su Mustang roja sobre los hombros. Como una cultora del blues bajo, duro, de los ferrocarriles humeantes. Duffy, el gringo, aporta que nació hace 67 años en Atlanta, Georgia. Y que la descubrió “tocando en las calles”. Así ocurrió con la gran mayoría de los 200 músicos talentosos y pobres que Music Maker ampara. “Si podés ayudar a tus amigos, podés dormir bien a la noche”, dispara. Duffy es un etnomusicólogo, guitarrista y filántropo estadounidense, que en 1990 decidió generar algo que facilitara las condiciones materiales de vida de los bluesingers pobres del sur. A través de un amigo, Guitar Gabriel, entró en contacto con Macavine Hayes, Willa Mae Buckner y el mismo Captain, que está sentado a su lado. “Ellos compartían una lucha constante por lograr mantenerse. Vivían de pequeños aportes de la Seguridad Social o cantando canciones de sus tiempos cobrando centavos”.
A medida que iba internándose en las dificultades de los artistas –relacionados con el alimento, los remedios, el alquiler de viviendas y los impuestos básicos– Duffy desesperaba en busca de soluciones. “Comencé yendo a buscarlos el día de pago del cheque que recibían de la Seguridad Social y a llevarlos al almacén, al correo, para cobrar alguna orden de pago, al centro a pagar sus facturas y a casa nuevamente”, evoca el filántropo blusero. Los pasos siguientes fueron levantar una pequeña oficina detrás de su casa de Winston-Salem, salir a buscar shows para los músicos y, sobre todo, donantes. Un amigo de su padre le regaló un “tractor”; otro, un abogado llamado Mark Levinson, consiguió la ayuda monetaria de Eric Clapton. Y, a través del guitar hero, la organización comenzó a hacerse conocida.
La pequeña oficina mutó en un sello y Duffy trabó contacto con Tower Records, que desparramó el material de estos bluesingers por New York. Conoció a BB King, Keith Richards, Jeff Beck y a Taj Mahal, que se convirtió en la piedra angular de la fundación. El creador de “Fishi’n blues” no sólo grabó a los artistas que Duffy iba incorporando sobre la marcha (Cottie Stark, John Dee Holleman, Algia Mae Hinton y Neal Pattman) sino que motorizó la gira Winston Blues Revival, que recorrió 36 ciudades entre 1998 y 1999. “Hago esto porque quiero tocar la guitarra, y con ellos tengo una buena excusa”, bromea Duffy. Pero, en realidad, lo que más lo alimenta es el retorno espiritual, que conlleva mostrar al mundo estos talentosos músicos.
Este año, los músicos tienen programadas 11 presentaciones en Francia y se reparten para girar por el mundo. Además, los 100 mil dólares donados por Bill Lucado –otro filántropo de Georgia– “pararon” a esta entidad sin fines de lucro. Un gran logro fue asistir a los cerca de 5 mil músicos de Nueva Orleans afectados por el huracán Katrina. “Muchos quedaron desocupados, y tratamos de conseguirles un trabajo. Nuestro sueño es que los artistas puedan tener su residencia propia, grabar y organizar seminarios”, señala Tim.
Duke va por el sexto tabaco con boquilla y promete cantar algún tema de Sony Boy Williamson y algún rescate del viejo country-blues de preguerra. Beverly dice que gracias a Maker Music pudo editar su primer CD de gospel y destraba el hiato que muchos ven entre ambos géneros. “El blues y el gospel son compatibles, no se dividen. A mí me encanta el blues y toco los domingos en la iglesia de San Lucas”. Duke la mira con sonrisa de encrucijada. Hoy, con Botafogo como anfitrión, mostrarán ese don celestial que convirtió a Beverly en una Hendrix femenina. Y a Duke en un barítono natural, extraído de los pantanos del Mississippi.
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