Sábado, 7 de octubre de 2006 | Hoy
VIDEO › “MURIENDO POR UN SUEÑO”
Paul Weitz dirige esta parodia que promete demasiado y se queda a mitad de camino.
Por Horacio Bernades
Todos quieren estar en American Dreamz, el programa más popular de la tele. Ese en el que gente desconocida se presenta para cantar, con la esperanza de ser famosos algún día. Gente como Sally, la rubiecita de Kentucky, dispuesta a todo (pero todo, todo) con tal de ganar. Como Omer, el terrorista paquistaní que muere por las comedias musicales. Como –faltaba más– el propio presidente de la nación, que tras ganar su reelección prefiere presentarse como jurado de American Dreamz antes que reasumir las responsabilidades del cargo. Un solo ciudadano daría cualquier cosa por no estar en ese programa y es su conductor, Martin Tweed, que, atravesando la fase terminal de su propio cinismo, ya no cree en los valores que siempre sustentó: la ambición desmedida, la falta de escrúpulos absoluta, el dinero a cualquier precio. Pero igual está dispuesto a morir por ellos.
De allí el título con que el sello AVH acaba de editar en video American Dreamz, la película: Muriendo por un sueño. Escrita y dirigida por Paul Weitz (el de Un buen chico y En buena compañía, pero también American Pie) y con Hugh Grant, Dennis Quaid, la rubia Mandy Moore y Willem Dafoe en los protagónicos, la frase publicitaria de Muriendo por un sueño no podría ser más transparente. “Imagine un país donde el presidente nunca lee el diario”, dice. “Donde el gobierno va a la guerra por razones equivocadas, y la mayoría de la gente vota por un ídolo pop en lugar de su próximo presidente.” Mmmhhh... ¿Argentina años ’90? Si fuera así, el Dennis Quaid de American Dreamz no se parecería tanto, pero tanto, al hijo de George Bush. “¿Vos sabías que en Irak conviven tres pueblos de distintos orígenes?”, comenta el presidente Stanton (Quaid) a su think tank (un irreconocible, semicalvo Willem Dafoe). Alucinado casi, el presidente se puso a leer los diarios por primera vez en su vida, y descubrió allí un mundo de informaciones completamente desconocido hasta entonces.
Casi al mismo tiempo, terminado su entrenamiento en un campo fronterizo entre Afganistán y Pakistán, un terrorista talibán marcha hacia los Estados Unidos con instrucciones de terminar de una vez con la vida del reelecto. El repulsivo Mike Tweed (Grant) pide a sus asistentes que le consigan “freaks, muchos freaks” para su programa, y la ambiciosa Sally Kendoo (Mandy Moore, réplica casi perfecta de Britney Spears) hace las valijas en su casita de Kentucky, rumbeando hacia el estudio donde se graba American Dreamz. Para ello, previamente patea a su novio
(Chris Klein, de American Pie). Para olvidarla, éste se alista como voluntario en el frente iraquí, y vuelve con una herida en el brazo. Cuando el agente de Sally lo ve, no lo puede creer. “Perdón, ¿ése es tu novio? ¿Es héroe de guerra? ¿Volvió herido de Irak? Te lo llevás con vos y va a pedir tu mano en vivo, en la tele.” El problema es que el día de la final, cuando la canora Sally deba vérselas con el talibán musical y una suerte de rabino bailarín, habrá una bomba en el estudio, y alguien terminará usándola...
Es posible que, a la hora de la verdad, Muriendo por un sueño sea bastante más tibia de lo deseado, arrojando dardos algo romos sobre blancos a los que no hay cómo errarles. Es que, ya se sabe, Billy Wilder hubo uno solo, y hasta el Blake Edwards de S.O.B. puede llegar a parecer, en comparación, una fiera sedienta de sangre americana.
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