MUSICA › EGBERTO GISMONTI EN EL FESTIVAL ARGERICH
“Lo único que nos queda es crear todo lo que sea posible”
El notable músico brasileño será parte del concierto de hoy, donde también tocarán Martha Argerich y la Camerata Bariloche.
Por Diego Fischerman
“Mi padre era libanés y en ese entonces el Líbano era un país refinado, donde se hablaba francés y se tocaba el piano, así que mi padre quería que yo estudiara piano”, contó a Página/12, en una ocasión, Egberto Gismonti. “Y mi madre era siciliana y deseaba que fuera guitarrista, para que pudiera tocar serenatas. Y además vivo en Brasil; camino por allí. Ese es el lugar donde toco el piano y la guitarra, y es el lugar que impregna, que nutre todo lo que toco.” Esa genealogía, imaginaria o no, se completa con los estudios musicales desde los seis años y, más tarde, con las lecciones con Nadia Boulanger, mientras trabajaba como arreglador para la cantante Marie Laforet. Nacido en Carmo, crecido a la vera de la bossa nova primero y del tropicalismo después, descubridor, casi a la vez, del jazz rock y de la cultura Xingú, cuando el chamán Sapaín le enseñó que él mismo “era el sonido de la selva”, Gismonti diseñó una de las músicas de tradición popular más ricas y originales de la segunda mitad del siglo XX.
Virtuoso como guitarrista y como pianista, con más de 50 discos grabados –muchos de ellos extraordinarios, como Carmo, Academia de danças, Sol o meio dia, Infancia, In Montréal, entre otros–, Gismonti tocará hoy a la noche nuevamente en Buenos Aires. Pero esta vez lo hará en un contexto absolutamente inusual: será parte del concierto de cierre del Festival Martha Argerich y, aunque nadie se atrevió a confirmarlo, todo parece indicar que, una vez que cada uno de ellos haya tocado lo suyo, habrá un espacio para el encuentro. La Camerata Bariloche tocará, además, la Pampeana Nº 1 para violín y orquesta de cuerdas, y, junto a ellos, Martha Argerich y el trompetista Fernando Ciancio interpretarán el Concierto Nº 1 de Dmitri Shostakovich. El concierto, a las 21 en el Gran Rex, iba a ser el último del festival, pero los vaivenes ocasionados por los enfrentamientos gremiales en el Teatro Colón, donde estaba previsto que se realizaran algunas de las presentaciones, derivó en que todavía habrá Festival Argerich para un día más. Mañana, también en el Gran Rex, tendrá lugar –aunque con otro programa– el concierto que debió haberse realizado el jueves pasado en el Colón. En esta ocasión la orquesta será la Sinfonietta Argerich, que dirige Darío Ntaca, y Gabriele Baldocci tocará con ellos el Concierto Nº 4 de Beethoven y Argerich el Concierto en La de Schumann. Paolo Restani hará 3 Preludios de Rachmaninov, el Estudio Nº 7 op. 25 de Chopin y, de Liszt, 4 de los Estudios trascendentales. Sergio Tiempo cerrará con el Concierto Nº 1 de Liszt, pero se adelantó que Gismonti también será de la partida y habrá alguna sorpresa por ese lado y el de Argerich.
Con un disco –Trem caipira– dedicado íntegramente a la obra del compositor Heitor Villa-Lobos, Gismonti lo considera la figura tutelar por excelencia, dentro de la música. “Mi camino es el que marcaron figuras como él, como Mario de Andrade, como Portinari. Obras dirigidas a la esencia brasileña. Villa-Lobos me enseñó, además, algo que parece ir en contra de lo que la mayoría supone: que lo que importa es la cantidad. Nosotros no estamos capacitados para determinar si la música que estamos haciendo hoy tiene calidad. Muchos que creyeron que eran geniales fueron olvidados y, también, muchos que menospreciaron sus obras fueron rescatados por la posteridad. Así que lo único que nos queda es crear todo lo que sea posible.” Otro de los músicos a los que Gismonti rindió alguna vez homenaje fue Astor Piazzolla. Como él estudió con Boulanger y, como a él, la anciana maestra francesa le recomendó que se dedicara a la música popular. En su estudio en el 36 de la rue Bally, la antigua condiscípula de Ravel le dijo casi las mismas palabras que al marplatense: “Su obra está bien, pero no lo encuentro a usted en ella, ¿dónde está usted?”. Y, como Piazzolla, también Gismonti vuelve una y otra vez a un puñado de composiciones que revive una y otra vez en diferentes arreglos. “Una vez hablaba con Piazzolla y le decía que siempre que terminaba de tocar me parecía que estaba mal y que debía hacerlo de nuevo”, comentaba Gismonti. “Y él me contestó que le pasaba exactamente lo mismo. También él se la pasaba volviendo a orquestar sus viejas canciones y supongo que eso tenía que ver, también en su caso, con el perfeccionismo y la insatisfacción.”