“Eso acabo de inventarlo”, dice uno de los actores de Mutual Appreciation, como si la película estuviera siendo ensayada frente al público, en el momento mismo de la función. El actor resulta ser el director, Andrew Bujalski. De veintipico y presente aquí en Mar del Plata, Bujalski muestra un aspecto parecido no sólo a su personaje sino a la película misma: desaliñado, de perfil bajísimo y con un look se diría que post-grunge. Verlo in person corrobora la coherencia total que se adivina entre intenciones y resultados de la película. Entre el modo de producción y la realización y entre lo que está delante y detrás de cámara.

Mutual Appreciation, que hoy a las 14 se exhibe por última vez en Mar del Plata, en el Ambassador 2, es la segunda película de Bujalski. Dicen que la primera, Funny Ha Ha (2002), se va a estrenar en Buenos Aires dentro de no tanto tiempo. Filmada en blanco y negro y con la textura más granulosa del mundo, es imposible no ver la sombra de John Cassavettes, el primer Rohmer y Jim Jarmusch en esta película de look amateur, que durante unos meses y ante la imposibilidad de estrenarla en salas el propio Bujalski vendió en dvd, desde su propio site. Protagonizada por dos chicos y una chica, el hecho de que uno de ellos tenga su propio grupo de rock habrá justificado su inclusión en SoundSystem, sección dedicada al cine musical. Posiblemente la película mejor hablada en años, Mutual Appreciation consiste básicamente en una serie de diálogos (llenos de balbuceos y risitas, y en voz muy baja) que los personajes sostienen en livings, barcitos y cocinas.

Neoyorquina a más no poder, divertidísima y rociada de una gracia como involuntaria (que recuerda indefectiblemente a Stranger than Paradise), Mutual Appreciation confirma que el de Bujalski es un nombre a seguir, tal como anticipaban los elogios de medios como The Village Voice y Film Comment. Parece que pronto habrá ocasión de verificarlo en Buenos Aires.