OPINION
Thomas Mann y el efebo
Por osvaldo bayer
Cuando era adolescente no me gustaba Thomas Mann, leía a Goethe. Por su Werther. Cuando era adulto, no leía a Thomas Mann, me gustaba Theodor Fontane. Su Effi Briest para soñar, llorar y comprender más. Cuando soy viejo, leo a Thomas Mann. La muerte en Venecia es una joya teutona. Fina en sus sueños pero terriblemente trágica en su tragedia. La tragedia es la vida. Y posiblemente Thomas Mann lo haya sentido así. El vivió su tragedia pero con modos burgueses, gozando su postura burguesa: todo en orden porque la única manera de vivir es tener todo en orden. Como los burgueses bien acomodados. Thomas Mann: sus dos hermanas se suicidaron, dos de sus hijos se suicidaron. Thomas Mann mostró siempre el mismo rostro. De quien después del desayuno lee el diario. La Muerte en Venecia es de él, su propia vida. Un homosexual que no lo denota, lo escribe. Un homosexual que tiene seis hijos. Klaus, su hijo mayor, un homosexual declarado. Declarado para demostrarle a su padre que hay que decir lo que se es. Erika, la talentosa, ama todo, hasta goza junto a su hermano homosexual. Pero Thomas Mann no se inmuta, parece como un obispo que domina todas las iglesias.
Gustav von Aschenbach, el personaje de La Muerte en Venecia es el verdadero Thomas Mann, el que se enamora del cuerpo adolescente masculino. No hay otra belleza. No existe, no puede haber otro amor. A las mujeres las viste de monjas. Otra cosa no puede ser, se imagina Thomas Mann en su violencia. Tadzio, el hermoso efebo, en la playa de Venecia. Ahí está todo. Está la literatura, el placer, la filosofía, el Hombre (el hombre) en su sabiduría y en su belleza. Dos, tres, cinco páginas para describir la belleza del mancebo. Páginas magistrales. Pero no otra cosa que la tragedia. Thomas Mann y su hermano Heinrich se odiaban. Pero a Heinrich le debemos El ángel azul. Marlene Dietrich. Pongo el video del film. Y dejo La Muerte en Venecia del genial Thomas Mann.
Nota madre
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