Sobre los once cuentos que integra Hacia la mar, de Arias, Patricia Suárez destaca las apuestas de la autora: la primera “es la de poner en un primer plano eso tan indefinible que se conoce como lo cotidiano, sin por eso transformar lo que se cuenta en algo banal e innecesario”. Otra apuesta que subraya es la del lenguaje, que, “ameno y rápido, nos hace olvidar que estamos ante un libro ideado y escrito por una misma persona, dada su amplitud de registros”. Elsa Drucaroff señala que los cuentos de Un dios demasiado pequeño, de Burzi, preguntan por la muerte. “A veces ironiza con angustia y ansia; y elabora una mirada erótica siniestra que retoma el tópico del varón creador y su musa”. Sobre De la noche rota, de Porcelli, Alberto Guerra Naranjo opina que “temas como la incomunicación colectiva, las relaciones incestuosas, la visión de una época histórica difícil contada desde la perspectiva infantil y el lastre que nos dejan las personas que optan por el suicidio, entre otros, harán diana en el corazón de los lectores”. Edna Pozzi analizó El salto del final, de Vinci: “Desde situaciones límites, las criaturas ensayan un final previsible, una desoladora entrega a la desgracia. Y no habitan un universo que se desmorona, son desde el inicio la ruina y la total frialdad, una extranjería oscura y ácida”.