Sábado, 21 de enero de 2006 | Hoy
“Algo de lo que hacía Polo tenía que ver con el pudor. ¿Qué es el pudor? No tengo definiciones, pero hay una que inspira Polo y que no sé si corresponde a la escolástica cristiana. El pudor es el respeto a la vergüenza que puede sentir el otro. Todo el mundo tiene llagas, todo el mundo tiene heridas, todo el mundo tiene su talón de Aquiles, todo el mundo tiene una mentira o una vergüenza, y Polo no irrumpe ahí como elefante en un bazar de porcelanas. Es sumamente respetuoso y cauteloso. Tienes pudor tanto con el policía como con el ladrón.” La cita pertenece al filósofo Tomás Abraham, un espectador más que se topó con el programa de casualidad y se interesó de inmediato por aquel mensaje novedoso que se desprendía de la pantalla. Para Abraham, esa mirada profunda rompía con la monotonía de la televisión de ese momento. “Me llamó la atención el clima dado por su voz, por su mirada, por las palabras empleadas y, sobre todo, por el trato que les daba a sus entrevistados. Trasuntaba curiosidad sin el morbo perverso del que goza la excentricidad del otro, pero tampoco con la demagogia del respeto al diferente ni por la farsa del ‘todo somos iguales’. Lo veo como alguien que quería aprender, un descubridor o un detective, tras las huellas, en busca de nuevos testimonios, un contador de historias, un fabulista.”
* Fragmento de Polo: el buscador.
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