Viernes, 24 de diciembre de 2010 | Hoy
TEATRO
No faltó el teatro de improvisación, la comedia stand up y los espectáculos-homenaje, como Mundomudo, donde el actor Carlos Belloso disparó imágenes surrealistas de Lon Chaney, “el Hombre de las Mil Caras” (intérprete del cine mudo estadounidense); tampoco el debate, como el que acompañó a la 5ª edición del Teatro de las Dos Orillas o los encuentros organizados por Colectivo Teatral (de danza y teatro). Proyecto Escena Sur –programado en el Malba por Cynthia Edul y Alejandro Tantanian– incluyó seminarios de maestros y obras, entre otras El tiempo todo entero, de Romina Paula; Reflejos, de Matías Feldman, y Mi vida después, de Lola Arias. Sobresalieron los unipersonales: El Bululú, con Osqui Guzmán, que, dirigido por Mauricio Dayub, capturó con su chispa y versatilidad. En Sombras sobre vidrio esmerilado, la actriz Irina Alonso trasladó el relato homónimo del escritor Juan José Saer; Tapiz Pizarnik resultó una interesante performance de la actriz Fabiana Rey, dirigida por Nora Lezano, y Krapp, la última cinta magnética, de Samuel Beckett, mostró al destacado Walter Santa Ana, en una creativa puesta de Juan Carlos Gené. Y hubo más: Tangos y susurros, con Ingrid Pelicori; El ardor, escrita y protagonizada por Marcelo D’Andrea y dirigida por Ricardo Holcer, donde se reflexionó sobre las verdades establecidas y las olvidadas a partir de un locro que indigestó a un mecánico. En Lengua viva, la actriz María José Gabin se lució también como autora de los cuentos que trasladó al escenario, en los que asomaron personajes corroídos por la soledad, la nostalgia y los celos. La actriz Mónica Cabrera armó con sus cómicas y desenfadadas creaciones un ciclo en el Teatro Payró, y Virginia Innocenti convirtió a Dijeron de mí, que condujo Luciano Suardi, en poético retrato de los últimos días de la actriz y cantante Tita Merello.
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