Sábado, 26 de noviembre de 2011 | Hoy
CINE
Hace tres años, Osvaldo Bayer, Kristina Hille y Mariano Aiello se juntaron en el mítico Tugurio –la casa de Bayer– para ver cómo hacían Awka Liwen. Las ganas estaban, pero era difícil conseguir los 370.000 pesos calculados para los gastos. Con las ganas como motor, el rodaje fue avanzando en las provincias de Salta, Chubut, Río Negro, Buenos Aires, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el estado de Nordrhein-Westfalen (Alemania).
Ni la lluvia, ni el frío ni la falta de fondos frenaron a los aventureros. Ni siquiera las apretadas que –aseguran ellos– sufrieron en sitios como la Estancia Leleque, en la Patagonia chubutense. Fueron meses y meses de ahorro y poco dinero, con subsidios que se hacían esperar o no se confirmaban. De hecho, el Incaa llegó a declarar que el film “no era de interés”, aunque la presidenta Cristina Fernández retrucó nombrándolo “de interés nacional”, en una línea que siguieron otras veinte instituciones.
Aparte del tesón, el punto fuerte del trío radica en su background. Amén de su oficio de cineastas, Hille es politóloga y Aiello es abogado. Los dos tienen gran experiencia en cine social. Sobre Bayer huelgan las palabras. Juntos salieron a tocar timbres para ver si conseguían los billetes que faltaban, hasta que el Partido Verde y varios sindicatos alemanes liberaron otro poco de plata y se les pudo pagar a técnicos, transportistas, etc. El staff permanente fue de unas diez personas, pero cientos pusieron su granito de arena –entre entrevistados, productores y actores– para que llegara el día del estreno, en diciembre de 2010.
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