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Jueves, 1 de diciembre de 2011

CINE › EL DIRECTOR FERNANDO PéREZ Y EL TATA CEDRóN PRESENTAN EL DOCUMENTAL QUE ESTRENAN HOY

“Nos parecía importante hablar del Cuarteto”

El realizador dice que con Tata Cedrón, el regreso de Juancito Caminador se planteó hacer “un documental musical”, mientras que el Tata recuerda que “en 2014 cumplimos los 50 años y ya empiezan los festejos... ¡Otra que los Rolling Stones!”

 Por Karina Micheletto

“Un documental musical”, dice Fernando Pérez que se planteó hacer, más que el seguimiento de un artista en particular, aunque se trate de un artista capaz de disparar tantas aristas como las que despliega la figura de Juan “Tata” Cedrón. Eso es exactamente lo que transmiten estas imágenes, portadoras no sólo de la belleza de una música que las precede; capaces también de transmitir algo que, así contado en imágenes, aparece como una revelación: lo que canta, lo que toca Cedrón con su cuarteto arriba del escenario, es exactamente lo que este hombre es también fuera de escena: una condición que lo atraviesa.

En Tata Cedrón, el regreso de Juancito Caminador, logrado primer largometraje de Fernando Pérez que se estrena hoy en la cartelera porteña y en La Plata, el Tata Cedrón no aparece como figura mitificada, y aquí reside también una primera virtud del film. Quien conoce el personaje y lo que es capaz de generar sabe que hubiera sido fácil que la historia siguiera ese camino, casi cantado. La mirada sensible de Pérez, sin embargo, organiza otro recorrido, más profundo y desafiante. Es la música, la posibilidad de hacerla, sostenerla, abrirla a un público y de-sarrollarla, lo que está en primer plano. La música con sus condiciones materiales de producción: el exilio, por ejemplo, o la decisión de volver, los lugares que la hacen posible. Y también, de forma marcada, el logro del arte compartido. Con un cuarteto, con un grupo de gente, con una generación.

“¡Ah, sí, yo le pedí a Fernando específicamente que se hablara del Cuarteto! Si no, ¿para qué hacemos todo esto? ¡Puse mis condiciones!”, guiña el ojo Cedrón, y Pérez agrega que entre esas “negociaciones”, y entre la película que se imaginaba el Tata que iba a hacer y la que él tenía para proponerle –“una película mía sobre vos”, dice que le dijo– fue tomando forma El regreso...

Cedrón habla fuerte, gesticula, cuenta anécdotas, suelta la carcajada al final de la frase. Verborrágico, exagerado, porteñazo hasta cuando habla en francés, sería simplificar decir que él mismo es un tango. Pero algo de eso hay en la película, en la ternura tan difícil de catalogar que provocan escenas como las del regreso de Cedrón a los paisajes de infancia. “La pucha, cómo cambió todo... ¡Mi barrio no es éste, cambió de lugar!”, cita al tango cuando va a Saavedra. “No, no es que sea melancólico... creo en el milagro de la evocación”, vuelve a citar, ahora a Manzi, en la charla con el director.

“Al Tata lo conocí primero por su música, por su cuarteto, y después personalmente, y en ese orden pensé la película”, pasa en limpio Pérez en diálogo con Página/12. “Siempre me llamó la atención que mezclara algo súper tradicional con ese fraseo insólito para el tango. Hace unos años lo entrevisté, fue una nota que me encantó, y ahí tuve una intuición: eso que me sonaba tan personal en su música era su manera de hablar: una manera de ver el mundo. Empecé a imaginarme eso, me parecía que ahí había una idea de la cual podía tirar.” “Y yo le pedí ver la entrevista editada, porque también me había gustado, y él vino con la entrevista y una propuesta para la película –sigue Cedrón–. Dije que sí, primero, porque era un joven. Y después porque me parecía importante hablar del Cuarteto, mostrar que después de tantos años afuera seguía teniendo un sonido, un discurso, una continuidad, en fin, una obra. Ojo que en 2014 cumplimos los 50 años... El año que viene ya arrancan los festejos, ¡otra que los Rolling Stones!”

Si la continuidad del cuarteto no ha sido fácil, fue entre otras cosas porque en el medio hubo dos exilios: el de 1974 primero a Madrid, donde fueron “apadrinados” y presentados por Paco Ibáñez (quien aparece en la película), y luego a París, la ciudad a la que Cedrón no olvida agradecer. Y está luego el del regreso de Cedrón a la Argentina, en 2003, cuando el cuarteto sigue funcionando con Miguel Praino y Román Cedrón viviendo en Francia, entre idas y vueltas constantes. “Yo no quería hacer una película sobre el exilio, pero era fundamental contar de qué modo se había ido el Tata, y también su regreso. Para los de mi generación, el exilio es una cuestión económica, pero también están los que deciden volver cuando la tortilla se da vuelta, y el sonidista de la película, Sergio Corin, fue uno de ellos. El Tata me dijo algo que me quedó rebotando: ‘Volví porque me tenía que volver’. Como un mandato. Ese también fue un punto de partida para el documental.”

“Empecé con una idea de producción más dura, pero enseguida me di cuenta de que lo que más funcionaba con el Tata era proponerle situaciones, determinados temas en determinados lugares, tirarlo a la cancha y seguirlo –continúa Pérez–. El es muy fresco, ágil, es un actorazo, pero después hay cosas que fueron surgiendo, las fue marcando él. En La Boca yo sabía que íbamos a hablar de su generación, o del Taller de Garibaldi, donde él proponía música, pero ahí a él se le ocurre buscar el almacén La Rubia, ¡y lo encuentra! Y encuentra que lo atienden un par de viejos fachos que, sí, están desde aquella época, pero que reivindican a Cacciatore y lamentan que el barrio se haya llenado de peruanos y bolivianos. Ahí el Tata está como desencajado, buscando la Argentina que dejó hace treinta años. Y sin embargo la película termina con él tocando en el Bicentenario, ante una multitud en la 9 de Julio, feliz y emocionado como todos los que lo rodean, reconocido. Algo fue pasando en el medio. Esa distancia que había entre el mundo que él creía intacto y lo que va encontrando en el medio parece cada vez menor.”

La nota tiene varias etapas e incluye distintos lugares y situaciones –“será porque con Cedrón nunca nada es fácil ni lineal”, dice Pérez, como feliz con la comprobación–. Página/12 presencia un ensayo con el grupo Paso Sulky. Con ellos y con el Cuarteto de Julio Coviello, Cedrón estrenará oficialmente esta noche “No me olvides”, con música suya sobre un poema de Jauretche, y también la “Milonga para seguir”. En este caso musicalizó los versos que Juan Sasturain escribió en la contratapa de este diario tras la muerte de Néstor Kirchner. En el final Cedrón agregó una frase de su hermano Osvaldo: “Somos peronistas... no pudimos ser mejor”. De lo que hay de filosófico en esta frase, se trata también su música.

* Hoy a las 21 Cedrón se presenta en el CAFF (Sánchez de Bustamante 764) con el Cuarteto de Julio Coviello y el grupo Paso Sulky (repite el jueves 8).

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El Tata ensaya con el grupo Paso Sulky, con el que tocará esta noche en el CAFF.
Imagen: Joaquin Salguero
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