Sábado, 24 de diciembre de 2011 | Hoy
TEATRO › OPINIóN
Por Diego Starosta *
La sinergia es un concepto que proviene del griego synergo, lo que quiere decir literalmente “trabajando en conjunto”. Su significado se refiere al fenómeno en que el efecto del trabajo de dos o más agentes actuando en conjunto es mayor al esperado, considerando la sumatoria de la acción de los agentes por separado. Podemos escuchar hoy este término en boca de algún empresario privado o funcionario público para justificar, a mi modo de ver, la repudiable y cada vez más evidente relación entre los teatros oficiales de la Ciudad de Buenos Aires y la actividad teatral privada. Ese “trabajo en conjunto” tal como se ha planteado a lo largo de este año en “coproducciones”, como Hamlet, Los hijos se han dormido o la presentación del grupo La Zaranda, en el Teatro 25 de Mayo, sólo favorece mayormente al sector privado, que se sirve de la infraestructura, el prestigio y “el segmento de público” que concurre a los teatros oficiales para hacer sus negocios. Pero aun si los “beneficios” para el Estado, en este caso los teatros públicos, fueran equiparables a los del sector privado, tampoco serían admisibles estas sociedades ya que los mismos (los teatros oficiales) no persiguen solamente o no deberían sólo perseguir, desde mi punto de vista, el lucro monetario. El empresariado o gestión privada busca constantemente nuevas oportunidades para expandir sus negocios y aumentar sus réditos económicos, y no hay nada censurable en ello. Ahora, el problema es que el Estado, pienso, debería hoy, entre otras cosas, producir, fomentar y difundir una diversidad espectacular que al mercado, por su naturaleza, no le interesa. El Estado, a pesar de la política de destrucción, inoperancia y desidia que promueve el propio gobierno de Macri en los teatros porteños para justificar el ingreso del sector privado, cuenta con la infraestructura y la capacidad para desarrollar políticas públicas autónomas que convivan y se complementen con las acciones del sector privado para asegurar una circulación de bienes culturales de características diversas, sosteniendo de esta manera una oferta (realizadores) y una demanda (espectadores), que no están necesariamente dentro de las tendencias válidas pero homogeneizantes de la actividad puramente comercial, pero que sin duda forman parte del rico acervo sociocultural y económico de nuestra ciudad.
* Actor, director y docente teatral. Director de la compañía El Muererío Teatro.
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