El estreno de “Argentinos por su nombre” marcará el debut como corresponsal de guerra de Kusnetzoff. Es que en el programa de mañana se podrá ver un extenso informe sobre el conflicto bélico que por estos días enfrenta a Israel y el Líbano. “Se nos ocurrió ir a Israel porque se puede hablar de los argentinos en guerra desde una mesa, pero muy diferente es lo que uno siente y puede transmitir yendo a entrevistarlos allí mismo”, explica. Durante su reciente estadía en Israel, Kusnetzoff estuvo seis días parando en un hotel en Tel Aviv, desde donde se entrevistó con argentinos residentes en ciudades tan disímiles como Haifa y Nariba, a escasos 10 kilómetros de la frontera con el Líbano. “La diferencia entre Nariba y Haifa es que en esta última suena la sirena y uno tiene 50 segundos para ir hasta el refugio antes de que caiga la bomba. En Nariba, en cambio, no hay tiempo: se escuchan las bombas cuando salen y caen en segundos”, relata. Adecuando la cobertura al perfil del ciclo, el informe mostrará cómo viven y qué sienten los argentinos que por diversas cuestiones se encuentran en medio de las bombas. “Como era un tema muy complejo –detalla–, la idea inicial era mostrar a los argentinos en un país en guerra. Pero estando allá hice un foco más selectivo en los argentinos que dejaron el país en la crisis del 2001 en busca de condiciones de vida mejor y ahora padecen esta situación.” El conductor cuenta que lo que más le sorprendió de los testimonios es que muchos de sus compatriotas se acostumbraron a vivir en guerra. “La sensación que tienen muchos en medio de un conflicto –adelanta– no es pánico: suena la alarma, se van al refugio y listo. Muchos me decían que se sentían más seguros allá en Israel, aun en esta situación de guerra, que acá en Buenos Aires, lo que para mí es una locura. Yo viví esos seis días de trabajo con mucho miedo. No me fue sencillo manejarme con la sensación de que en cualquier momento podían bombardear el lugar en el que me encontraba. Sentí, como nunca, que mi vida estaba en riesgo y que la posibilidad de seguir vivo ya no dependía de mí.”