Miércoles, 24 de diciembre de 2014 | Hoy
TEATRO › OPINIóN
Por Roberto Perinelli *
La temporada teatral porteña no muestra, a mi criterio, demasiados cambios con respecto a lo ocurrido, programado y aplaudido en años anteriores. La actividad escénica de la ciudad, que sólo por comodidad dividimos en tres zonas –teatro comercial o de la calle Corrientes, teatro oficial y teatro independiente o alternativo–, transcurrió entre carriles conocidos que, sin embargo, mostraron algunos matices novedosos.
El teatro empresarial de la calle Corrientes mantuvo su predilección por los textos de consagración ajena, aquellos títulos que dieron buen tributo en plazas bendecidas (Londres, París, Nueva York), pero a la vez mostró interés en recuperar para sus carteleras las expresiones nacionales. Los resultados de un concurso organizado con ese propósito (Contar I) dio como corolario que una pieza de un joven autor santafesino, Matías Del Federico, ocupe desde enero una de las salas centrales del circuito. Lo importante es que este certamen, organizado por los empresarios reunidos en Aadet, más la Asociación Argentina de Actores y Argentores, tiende a mantener su continuidad; se sabe que en los próximos días se convocará a todos los dramaturgos del país para participar en Contar II.
La escena oficial mostró la homogénea y válida programación del Teatro Nacional Cervantes, con una cartelera dedicada por entero a la literatura dramática local, clásica, contemporánea y novel, mientras que la preocupación del Complejo Teatral de Buenos Aires se inclinó, entre pocos estrenos, por la tarea de afrontar la reparación de viejas y desatendidas cuestiones edilicias.
Como siempre, como antes, la zona independiente presentó su fortaleza poco común. La condición de fenómeno teatral único en el mundo que los remisos aún le conceden a la actividad de Buenos Aires corresponde sin duda, y en su mayor parte, a la dinámica que le impone este sector alternativo. Las estadísticas –empíricas, ya que no hay escrutinios precisos– indican un aumento en el número de salas y estrenos y, por lógica, de protagonistas del suceso que, si se conocieran con exactitud, mostraría cifras sin tino.
Cabría enfriar un poco el vértigo si se toma nota del alerta de algunos analistas, quienes alegan que el aluvión presenta algunos signos de desgaste producido por una cantidad que a veces no corre pareja con la calidad. Adherir o no a esta inquietud requiere de un análisis más profundo, que el campo independiente, que cuenta con expertos y estudiosos, podría encarar para mantener la buena salud del movimiento.
* Dramaturgo y docente.
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