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Viernes, 22 de septiembre de 2006

TELEVISION

LA FICHA

Rodrigo Noya debutó en TV en las huestes de los niños adultizados de Agrandadytos; pronto se destacó por su personificación del guardabosques de la hermanita recién cumplidos los cuatro y por su tendencia al pase de revista de vergonzantes escenas de familia. Su carrera precoz se construyó selectivamente, saltando directamente al protagónico de los films más emocionales de Alejandro Agresti, Valentín y Un mundo menos peor. En Valentín, el sueño de ser astronauta lo evadía de los problemas de una familia disfuncional. Por ese papel, se ganó un premio Cóndor de Plata y un Clarín Revelación. En la TV, reeditó su estampa de niño agrandado, apto para talentos y habilidades de prodigios o especialistas en Las aventuras del Doctor miniatura (Telefé, 2005) junto a Carlos Belloso. Le queda siempre bien el virtuoso de la razón, amplificado por los anteojos gruesos en la ficción y en la vida que marcaron por igual a todos sus personajes. Sólo que nunca fue tan necesaria la asociación a la lupa como ahora, en Hermanos y detectives (de Damián Szifrón, a quien conoció en eventos y con quien tuvo inmediata afinidad). En el unitario de Telefé (recientemente transplantado a los jueves a las 23.30) es la figura central de una trama de pesquisas de crímenes imposibles y asesinatos perfectos siempre develados por Noya con la asistencia de Franco (De la Serna) previa dicción de la frase del momento: “¿No es sospechoso?”.

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