Nosotros –asume Rodrigo Noya– pensamos que todo terminaba con Agrandadytos. Ahora sé que quiero ser periodista deportivo. O las dos cosas. Antes de Valentín, hice Dibu 3. Pero Valentín me resultó más fácil porque era más realista. En cambio Dibu era más difícil porque había que mirar adónde estaba supuestamente el dibujo.

–¿Es cansadora la vida de un chico actor?

–No me quedo con ganas de hacer nada. A mí me gusta actuar y quiero seguir. El día que me canse, y me lo dijo mamá, no lo hago más. Y ella me cuida en todo lo que hago; me dice qué tengo a favor y qué en contra. Si me sirve o no me sirve. Por ahí hay algo que me gusta pero no conviene. En las películas de Alejandro Agresti (Valentín/ Un mundo menos peor) jugaba todo a favor: se le podía pedir permiso a la escuela porque eran tiempos cortos de rodaje. Yo no puedo hacer tiras, porque vivo en Chascomús y tengo el colegio. Ahora, en Hermanos y detectives, hay días en que no grabo porque no es tira.

–¿Queda tiempo para estudiar?

–A la chica de Lengua la tengo acá nomás, en Rodríguez Peña y Libertador. Lo que más me gusta es Matemática. Y es la única que me llevé. En la primaria te toman una prueba en diciembre; aprobé.

–¿Es divertido el backstage del programa?

–Mi abuela cocina, y Damián (Szifrón) le quería hacer una joda a un compañero. Ese chico tenía muchas ganas de comer budín. ¿Qué se iba a imaginar que mi abuela le iba a tirar una cucaracha? Le dice: Hernán, querés un pedacito del budín que preparé. Y ella... (abraza a Martita). No, ella también me da los gustos. Mi papá es el estricto: lo sacamos de quicio peleando. Más ahora que cuando éramos chiquitos, por celos. Si yo me siento al lado de papá, si yo voy adelante en el auto. Agustina se va con las amigas, se va a jugar, es callejera.

–¿Y vale la pena ser famoso?

–Lo más lindo es... Todo es lindo... Me piden autógrafos y fotos. Pero Rodrigo de la Serna estaba enojado porque ya no le pedían autógrafos las pendejas. “Ya pasé a la etapa de las señoras”, decía.