Jueves, 7 de diciembre de 2006 | Hoy
LITERATURA
“Hace 10 años, con mi mayor inocencia, iba recorriendo las editoriales con el manuscrito de El anatomista bajo el brazo y me encontraba con un muro impenetrable: la absoluta indiferencia de los editores para con los escritores inéditos”, cuenta Federico Andahazi sus tropiezos iniciales con el mundo editorial. “Recuerdo que me crucé con un editor que salía a almorzar y le dije que quería dejarle el manuscrito de El anatomista. ‘No publicamos autores inéditos’, me dijo. No quiso aceptar el manuscrito, pero igual se lo dejé. Y lo vi cómo caminó hasta el hall y lo tiró en un cesto de basura. Este es el trato al que someten a los autores inéditos en la Argentina.”
–¿Por qué decidió presentarse al Planeta ahora, que es un escritor consagrado?
–Así como cuando era un autor inédito buscaba un seudónimo para que creyeran que se trataba de un autor consagrado, ahora me busqué un seudónimo, Remington Olivetto, para que nadie sospechara que era yo. Para mí fue como volver a vivir aquellos días en que era un autor inédito.
–¿Por qué cree que hay cierta hostilidad hacia su figura?
–Contrariamente a lo que parece, tengo el privilegio de ser uno de los autores más reconocidos por sus pares: Liliana Heker, Juan José Manauta, Héctor Tizón, Vlady Kociancich, Luisa Valenzuela, Marco Denevi, Tomás Eloy Martínez, Osvaldo Bayer, entre otros jurados que me premiaron. Pero esta hostilidad la pude entender claramente durante la entrega del Premio Planeta. Hubo un finalista que salió a acusar al jurado de “manga de miopes intelectuales”. Si él consideraba que ese jurado era miope, ¿para qué presentó su novela? Porque mientras estaba entre los diez finalistas, no eran miopes intelectuales. Muchas veces se les da un megáfono a tipos que hablan desde el resentimiento, la envidia, y no me interesa siquiera polemizar con ellos.
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