- Mex Urtizberea: “Olmedo es el creador de la impronta de lo insospechado, un tipo que rompió con todos los esquemas. Son muchas las cosas que le copiamos los que trabajamos con el humor: la insolencia, los arranques para cualquier lado, con la primera cosa que se te pasa por la cabeza, el irse detrás de cámaras, la asociación de situaciones en el momento... Olmedo abrió esa puerta para todos los que lo seguimos, igual que lo hizo Pepe Biondi en su momento, con otro estilo. Sorprendía todo el tiempo, eso era lo maravilloso de Olmedo. A mí me ha hecho llorar de risa, y siempre me daba esta sensación de vértigo, de no saber con qué iba a salir después. No era consciente de esto, ni lo intelectualizaba, simplemente tenía ese don. Lo mejor era lo que hacía con Portales, ahí se iba al carajo, llevaba la improvisación al límite y el otro le hacía una segunda extraordinaria. Todos lo hemos copiado a nuestro modo”.

- Enrique Pinti: “Olmedo era auténtico. Era una persona de una gran bonhomía, muy equilibrado, nada que ver con los personajes que hacía en la tele. Y la gente confundía ese equilibrio con cara de culo. Pero sabía hacer reír mucho, sólo tenía que estar en confianza. Yo guardo de este medio el recuerdo de dos o tres asados con él y Tato Bores contando chistes de forma espectacular. Y además jamás elogió al gobierno militar, como otros. Más allá de mi impresión personal, significó una impronta fundamental, legalizó la improvisación en el ambiente televisivo, que hasta entonces era algo muy acartonado. Fue el primero que mostró la cocina. Ningún humorista deja herederos, dejamos admiradores. Hay muchos cómicos actuales que en su momento lo deben haber mirado, pero el suyo fue un molde único”.