Viernes, 6 de mayo de 2016 | Hoy
MONDO FISHION
Por Victoria Lescano
En el contexto del happening de moda como entretenimiento que prologó la apertura de “Manus x Machina”, la muestra que sugiere cruces entre los oficios alrededor de la alta costura y la relación de lxs diseñadores con la tecnología, las escalinatas de acceso al Museo Metropolitano de Nueva York y la trinchera de paparazzi dispuestos junto a un cerco verde, capturaron un desfile de atuendos Gucci, Versace, Givenchy según Ricardo Tiscci, Moschino, visos de Prada, trajes de Tom Ford, Rodarte y de Marc Jacobs. El tono imperante entre los atuendos de las asistentes a ese fashion parade para ingresar a la Gala del Met fue cercano al disfraz: abundaron los tonos plata, versiones paródicas del S&M, plumas y pócimas de kitsch. No faltaron Lady Gaga con short y plataformas ni Madonna cual madama del látigo o Katy Perry con rodete y llaves-joya en su vestido. La editora de Vogue, Anna Wintour, figura clave de la gala, se paseaba con un elegante vestido de Chanel en color beige. La diseñadora Miuccia Prada desafió el protocolo y la pretensión imperante con un traje de pantalón y saco negro, zapatos color plata y algunas joyas de su preciada colección.
El sitio de modas de Vogue -style.com- transmitió en vivo y trazó instantáneas y arbitrarias listas de “los mejor vestidos”, mientras que Instagram se hizo eco de la galería de modas y modos. El único sentido común imperante en ese gran disparate anual llamado #Gala del Met que se celebró el lunes 3 en Nueva York es la premisa de publicitar y celebrar a la moda desde los museos. El sponsor oficial de “Manus x Machina”, que reúne 150 atuendos del siglo XX a la actualidad, admite piezas icónicas y preciosistas de Yves Saint Laurent, Chanel, Martin Margiela, Issey Miyake, Hussein Chalayan de la holandesa Iris van Herpen y el inglés Cristopher Kane. Allí, una capa bordada de Chanel para la colección novias fechada en el otoño- invierno 2014 que requirió de cuatrocientas horas reloj de bordados asoma junto con trajes sastre de la firma. Un traje de seda y plumas de paraíso de Yves Saint Laurent circa 1980, emerge contrastado con un atuendo de plumas de Van Herpen de 2012. O bien el célebre traje escultura de Issey Miyake con plisados a lo Pierrot fechado en 1994 y apodado “Flying Saucer” y otro referente actual de la experimentación, el vestido a rayas de colores y con vinílicos trazado por Raf Simons para Dior en 2015. Un vestido de metal que ilustra la prédica de materiales experimentales de Hussein Chalayan de comienzos de 2000 y, como contracara, otro con flores pop de Kane.
La galería de estilos exhibidos se propuso reflejar el cruce de lo hecho a mano característico de la alta costura y las creaciones ready to wear cosidas por máquinas. Al tiempo que asoman paneles que reflejan estudios de los oficios y de las técnicas, se suman las toiles de prueba y los prototipos previos a los trajes. Los oficios de bordados, flores artificiales y artificiosas para trajes, plisados y ornamentos emergen junto a los nuevos procesos de producción -de las estampas con máquinas 3D, modelismos con computadoras al uso del corte láser y de los bondeados. Como explicó Andrew Molton, el curador de la muestra esponsoreada por Apple: “la alta costura es otra categoría en la cultura de la moda, pero la mano y la máquina son protagonistas e igual de importantes para resolver cuestiones de diseño. La novedad de la moda actual reside en el uso de máquinas que transforman materiales simples en algo extraordinario”.
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