Como marcas en la retina, las imágenes de la movilización del viernes pasado construyen una memoria propia que habla de cuánto interpelan las consignas: ¡Ni Una Menos! ¡Vivas nos queremos! Tanto, que se reinterpretaron en intervenciones artísticas, se escribieron en el cuerpo, se anotaron en carteles, se corearon junto a los nombres de las víctimas para gritar ese presente que conmueve porque lo que está verdaderamente presente es el dolor de tantas vidas truncas por la violencia machista. Así se anduvo el 3 de junio pasado, entre el duelo y la fortaleza que dio ocupar la calle una vez más. Entre la impotencia porque dijimos ni una menos y fueron muchas más y la certeza de que esa expresión tan masiva como convencida que le da cuerpo a los feminismos es capaz de transformar el mundo. Entre los besos y las lágrimas, entre las apuestas al futuro y los reclamos al Estado responsable que desprecia la vida de las mujeres. Sobre ese arco que se tensa entre el dolor por las que faltan y la decisión de reclamar por ellas y seguir bailando es que caminó esta marcha que empieza a marcar sus propias huellas.

FOTO: EMERGENTE

FOTO: M.A.F.I.A. (MOVIMIENTO ARGENTINO DE FOTOGRAFXS INDEPENDIENTES)

FOTO: JUANA GHERSA