Viernes, 5 de agosto de 2016 | Hoy
MONDO FISHION
Por Victoria Lescano
Así como Japón se erigió en el referente exótico para la escena de la moda de 1980, cuando Yohji Yamamoto y Rei Kawakubo cautivaron la semana de París con sus atuendos en color negro -y una década más tarde Bélgica y su escuela de Antwerp devino la nueva meca del diseño-, en 2016 una pequeña ciudad de Europa del Este se erige como el nuevo destino de la moda emergente. Se trata de Tbilisi, una pequeña ciudad situada entre las fronteras de Turquía, Armenia y Azerbaiján cuyas bondades de moda, gastronomía, circuitos turísticos y tiendas indies son tema de estudio y de difusión en las principales publicaciones de moda y estilos (de la revista Vogue inglesa y americana a la publicación CR que edita la francesa Caroline Roitfeld). Y en su última edición de fines de julio, la revista de moda de El País, señaló: “Ni Francia ni Italia, en la moda ahora todos miran a Georgia”.
Dos veces al año, un grupo de estilistas, editoras, las infaltables bloggers y sí, lxs diseñadores/as se dan cita en las dos semanas de moda que se realizan allí: “Tbilisi Fashion Week” y “Mercedes Benz Fashion Week”. El paisaje de moda en las calles de Georgia viró de los vestidos de fieltro negro que antaño resumían los atuendos diarios entre las mujeres de la región a los de diseño actual con estampas de Diana Kvariani, cortes en tonos brillantes de Lako Bukia, vestidos con tonalidades arco iris de Irma Sharikadze y pantalones oxford con piedras preciosas de Anouki. Otro de los exóticos y nuevos nombres que las editoras de moda repiten a modo de mantra, refieren a Mamuka Kikalishvili: la marca que propone intrincadas construcciones símil cuero y Tamuna Inngorokva, la firma que predica siluetas minimalistas y estampas coloridas.
Uno de los disparadores del nuevo epicentro indica que allí creció el diseñador georgiano Demna Gvasalia, el nuevo profeta de la moda, creador de la marca Vetements y también diseñador de Balenciaga. La ciudad que fuera fundada en el siglo V aún mantiene características de una ciudad medieval y entre sus ricas tradiciones textiles se refleja que fue un punto de rigor en la ruta de la seda. En las imágenes de desfiles que divulga la semana oficial se aprecia un estilo experimental que rescata siluetas de los 70 y los 80 según la mirada y la estética post soviética. Además abundan temáticas referidas a las bondades del street style y la importancia de las “influencers de la moda”. En un intento de decodificar el estilo hecho en Tbilisi, se desprende que los y las participantes de las semanas de moda anhelan saltar al circuito oficial: léase el mercado del lujo. Basta con remitirse a los modos de los próceres de la región, los hermanos Gvasaglia, fundadores de un colectivo de diseño apodado Vetements mencionado más arriba, que luego de ser finalistas del concurso para nuevos diseñadores que celebra el holding LMVH, pusieron de manifiesto su celebración de la ropa retro con ediciones limitadas. El modelo más taquillero de esa firma fue un rústico vestido largo con flores. Muy pronto la firma de los hermanos nacidos en Georgia comenzó a participar de la escena de la moda parisina: desde desfiles en restaurantes chinos, clubes nocturnos y hasta iglesias; sus ropas son recreaciones vintage que remiten a rescates de modelos de jeans, mamelucos y buzos con siglas que ya se comercializan desde e-bay a precios disparatados en euros. Lxs participantes del Tbilisi Fashion Week citan a rajatabla el estilo de los Gvasaglia y ya aparecieron variaciones de su clásico batón con flores.
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