Viernes, 30 de septiembre de 2016 | Hoy
COSAS VEREDES
Un modelo 3D del clítoris que servirá de apoyo en clases de biología podría revolucionar las aulas francesas, permitiendo que jóvenes muchachas comprendan tempranamente el rol del –a menudo obviado, invisibilizado– órgano.
Por Guadalupe Treibel
Hace ya más de un año, anotaba esta humilde sección la gratuita afrenta que hubo recibido el gentil clítoris –único órgano humano dedicado exclusivamente a dar placer– a lo largo de la historia, siendo registrado como evidencia satánica y “teta del diablo” por el desdeñable El Martillo de las Brujas hacia fines del 1400; definido en 1545 como “miembro vergonzoso de la mujer” por el anatomista Charles Estienne o, acercando un cachito la cronología, padeciendo la teoría freudiana, que lo suponía un pene inacabado, y a las mujeres que gracias a él gozaban, damiselas con problemas de maduración en su desarrollo psicosexual. Debió aguardar hasta 1998 el altruista clítoris para que la ciencia lo desnudara por completo, asunto que acaeció gracias a la uróloga australiana Helen O’Connell, a quien se le atribuye la primera imagen anatómica exacta. Recién en 2010 se dispuso del primer sonograma en 3D de un clítoris estimulado, imagen capturada por los estudiosos franceses Odile Buisson y Pierre Foldès. Aún así, sexismo mediante, el pobrecito continúa siendo invisibilizado, cuando no mutilado, impidiendo que muchísimos/as –hombres, mujeres– sepan de sus 8 mil terminaciones nerviosas (solo en la parte externa), comunicadas con más de 15 mil en la región pélvica. Cantidad que, por mucho, le pasa al trapo a su equivalente masculino, el pene.
Datos generalmente obviados por los manuales de biología franceses, que no dan al generoso órgano su merecido reconocimiento, presentando un mapa orgánico incompleto, que algunas voces recriminan con ocurrente paralelismo: “Es como si hubiesen hecho cartografía europea, omitiendo a Irlanda o España”… Y cuando sí figura, la representación es lamentable, incorrecta. Los resultados, mal que pese, saltan a la vista. Porque tras analizar el estado de situación de la educación sexual en las primarias y secundarias del país de la Marsellesa, el Haut Conseil à l’Égalité –consejo estatal galo encargado de controlar la equidad en la vida pública– lanzó a mediados de este año un informe que avisa cuán vigentes están los estereotipos y prejuicios de antaño. Arrojando en 130 páginas alarmantes resultados, entre ellos: que un cuarto de las muchachas de 15 ni siquiera sabe que tiene un clítoris. Que casi el 70 por ciento de varones de símil edad desconocen su función. Que mientras ellos continúan obsesionados con su sexualidad genital (y creen que la pornografía es útil al momento de informarse), ellas dan más importancia al amor que a su propia anatomía.
Pues, hasta la coronilla de tanto pernicioso desconocimiento, la investigadora independiente francesa Odile Fillod, autora de un blog de divulgación científica, dijo “se acabó lo que se daba” y diseñó una herramienta –gratuita, libre de regalías, cuya maqueta puede bajarse online– que podría revolucionar las aulas de su nación. Se trata de una escultura o modelo de plástico biodegradable, anatómicamente correcto, a escala real, de la vedette de ocasión (léase, el clit), disponible para cualquier docente galo –o del mundo, por caso– que quiera/pueda imprimirlo en 3D, desde la plataforma de recursos educativos anti sexistas SVT–egalite. Y que, a partir de enero, con el visto bueno del Ministerio de Educación, servirá como material de apoyo para profesores muchos, que han expresado su intención de incorporar esta versión tridimensional del órgano en sus clases. De hecho, algunas como Alexandre Magot y Marie Bourdais, que enseñan biología en escuelas de distintas coordenadas, se han mostrado chochas de contentas por tener un objeto “significativo, concreto, recordable, que marcará las mentes de los estudiantes” para enseñar las bases anatómicas y fisiológicas del deseo y el placer femeninos. Y, según han expresado ambas, no le temen a posibles actitudes reaccionarias de la estudiantina, sus padres o la dirección: “Los niños son los menos empapados de estereotipos y tabúes, a diferencia de algunos maestros, que pueden ser más reacios al cambio”.
“Es importante explicar a chicas y chicos jóvenes que la mujer también se divierte”, aseguró Bourdais al diario Libération. Y que este placer, según Fillod, “no es más misterioso ni más cerebral que el placer masculino”. Finalmente, como doña Odile se ha encargado de repetir en cuanta entrevista ha ofrecido, “es primordial que las mujeres sepan que el equivalente del pene para ellas no es la vagina, sino el clítoris, y que está compuesto por el mismo tejido que su contrapartida masculina. Las mujeres tienen erecciones cuando están excitadas, pero éstas son casi invisibles porque la mayor parte del clítoris está en el interior. Quería demostrar que hombres y mujeres, en el fondo, no son tan diferentes”. Y luego: “Entender el papel fundamental que realiza su clítoris puede ayudar a una mujer a dejar de avergonzarse o de sentirse anormal si las relaciones sexuales pene–vagina no la hacen llegar al orgasmo. Dadas las características anatómicas, es el caso de la mayoría de las mujeres”.
Al respecto del tópico galo, en un extenso y abarcativo artículo, el diario El País consultó a la experta Ana Yáñez –coordinadora y docente del Máster de Sexología de la Universidad de Extremadura, con honda experiencia al momento de impartir cursos sobre sexualidad en colegios–, quien aseguró que “los países que mejor nota sacan en esta asignatura son Finlandia, Suecia, Canadá, Holanda y Alemania”. Y explicó además con destacable refulgencia cuál es la profunda importancia que le cabe a una buena educación sexual: “Va más allá de evitar embarazos no deseados o contagios de enfermedades de transmisión sexual; contribuye a una sociedad menos machista, reduce la violencia de género y evita muchas patologías de índole sexual, que tienen su base en traumas psicológicos o concepciones erróneas respecto a la sexualidad”. En ese sentido, el clítoris es piedra angular de un cambio necesario, posible; puede ayudar a las mujeres a emanciparse. Saber su rol y funcionamiento, según Fillod, “permite que sean sujetos activos de su vida sexual, en lugar de objetos pasivos del deseo de los demás”.
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