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Viernes, 17 de septiembre de 2004

ENTREVISTA

Fuera de mi vida

Pionera en el coto del rock cuando todavía olía casi exclusivamente a vestuario de fútbol, icono lésbico desde fines de los ‘80 –cuando con Sandra Mihanovich presentaron el disco Mujer contra Mujer– y autora de míticas canciones que ahora reinventa en su disco Celesteacusticados!, Celeste Carballo intenta poner “distancia” de su propio currículum que incluye, además, desde clases de box hasta humo de sahumerios.

 Por Mariana Enriquez

Celeste Carballo repite una y otra vez la palabra “distancia”. Y hasta la ejemplifica recurriendo a sus clases de boxeo. Con los puños cerrados a la altura de la cara, lanza golpes: “¿Ves? Así no llegás. No es la distancia apropiada. Hay que pararse bien, medir, y entonces, ¡pum! La distancia justa”. Y no sólo habla de distancia, también la pone. Resguarda con cierto fastidio su vida privada, y hasta se queja: “Saco un disco y tengo que empezar a hablar de mí, cuando en realidad tendría que estar hablando de las canciones y de cómo se grabaron y con quién toqué. Es medio insoportable, pero las leyes del juego son así, y hay que aceptarlas”. Pero no tanto. Cuando tiene que hablar de música, Celeste Carballo está a sus anchas y disfruta recordando los detalles de las sesiones y las anécdotas que armaron Celesteacústicados!, su nuevo disco, el segundo de una serie de trabajos que recuperan y actualizan canciones clásicas, propias y ajenas. Pero cuando tiene que meterse con cuestiones personales, se pone a la defensiva. Como si desconfiara de cómo se verán sus palabras impresas, con un resguardo constante.
La actitud no sólo aparece cuando hay que hablar de sexualidad. Celeste parece creer que las cosas son demasiado complejas como para resolverlas en una conversación a propósito de su nuevo disco. Por ejemplo, no tiene ganas de hablar de la muerte de María Gabriela Epumer, su sobrina y amiga querida. “No me parece bien. Sería entrar en la zona crítica de la Argentina, la parte no funcional de nuestro país. Que exista una enfermedad tan común como la neumonía atípica y que no sea reconocida por los médicos, una enfermedad tan simple... Y aparte en una persona que es profesional de la música, que está en alto riesgo; la nuestra es una profesión riesgosa por el desgaste, los cambios de clima, de alimentación, el gran stress. Te debilitás, especialmente si sos vegetariana como era María Gabriela. Que un médico no sepa eso y aparte de no saberlo te juzgue mal, me parece de mal gusto. Es todo lo que voy a decir”.
El tema la toca de cerca en más de un sentido. “Yo fui vegetariana y me enfermé, tuve una neumonía en el ‘96 y por eso empecé a comer carne nuevamente. El año pasado volví a ponerme vegetariana, y otra vez caí con una neumonía atípica, tardé tres meses en recuperarme. Estaba muy debilitada. Ahora estoy más gordita, pero feliz y sana. En los viajes es muy difícil equilibrar la dieta, porque el mundo no está preparado para eso. No se trata de comer pizza y ensaladita. Estás más expuesto; es más sano, pero necesitás un nivel de mantenimiento en la dieta que es casiincompatible con una vida de shows que terminan a la madrugada. Llegás de tocar y no tenés tu arroz integral, entonces no comés, o comés mal.”
–¿Sos vegetariana por cuestiones ideológicas o sólo para sentirte mejor?
–Lo necesitaba porque me hacía mal la carne, tengo digestión lenta; fue un cambio pausado, que empezó cuando viajé a Alemania en 1992 y descubrí que allá se comen más vegetales. Me di cuenta de que me sentía mejor, y lo mantuve hasta que me debilité.
–¿Y cómo cuidás tu voz?
–Hace diez años que no fumo. También hice mucho deporte, entrené, hice boxeo, ideal para un cantante porque es aeróbico, me amplió mucho la capacidad torácica. Cantar es tener mucho aire; pregúntenle a Sandro. Y descansar bien, dormir es el mejor remedio que existe. Hoy por hoy no me banco estar en ambientes con humo. Por eso perdí mi vida social, casi no salgo de noche. El otro día fui a ver a Attaque 77 y tuve que salir a respirar cada medio tema. El tabaco mata. Sufrí mucho para dejarlo, pero lo conseguí y perdí el vínculo con el tabaco. Cuando voy a Los Angeles es fantástico, porque la gente no fuma en lugares cerrados, ni en los bares, ni en las casas, ni en los shows.
–¿No te sentís un poco aislada?
–Yo qué sé, se aislarán ellos, los que fuman. Prefiero comunicarme con gente no fumadora. Me cuesta un montón, pero lo hago.

Acusticada
Celeste Carballo usa el título de su disco, Celesteacústicados! así como está escrito, sin la prolijidad que la separación de las palabras explica: Celeste Acústica Dos es la segunda parte de un proyecto que mezcla canciones viejas en versiones actualizadas con canciones nuevas; así, “Es la vida que me alcanza” de inesperados aires latinos convive con irreconocibles “Agua” de Los Piojos o “Veneno” de La Renga –todos los arreglos y la armonía aparecen cambiados–; “Aprendizaje” de Sui Generis aparece en una versión jazzera con arreglos de Guillermo Romero, la “Mercedes Benz” de Janis Joplin es casi funky (lejos del predecible a capella), y entre las canciones nuevas y propias hay una zamba (“Cuando seamos del amor” escrita con Cuti Carabajal) y un tango (“Buenos Aires no tiene la culpa”, firmado por Celeste y José Colángelo). “La idea es sacar a las canciones de su perfume, sus arreglos, su escucha original. Liberarlas, porque las canciones no son víctimas de los discos, tienen vida propia, y eso se está demostrando en esta saga. No tienen por qué quedarse encajonadas en el mismo disco, en el mismo momento de tu vida. La historia de vida cambia y para mí las canciones tienen que simbolizar ese presente.” Esas canciones tienen muchas vidas nuevas posibles. “Por ejemplo, en ‘Qué suerte que viniste’, una canción himno de la cantante virtuosa, la idea era convertirla en una canción cantable”, explica. “Le dimos ese espíritu de canción accesible, cercana, para todos.” Celeste retrocede espantada cuando se le insinúa que la serie Celeste Acústica puede tener algo de nostalgia. “¡Para nada!”, grita. “Yo busco revalorizar los textos, la esencia de la canción. ‘Aprendizaje’ la cantaba cuando tenía diecisiete años, ahora tengo cuarenta y siete, y lo que quiero decir es que uno nunca deja de aprender. Con estas versiones voy al texto, hay muchos arreglos, armonías diferentes y demás, pero apunto a la interpretación, al decir. Atrás la nostalgia, nostalgia menos cero. El presente es lo único que tenemos. Me parece que esa canción es nueva, como si nunca la hubiese cantado.”
Hoy, Celeste reparte su tiempo entre su casa en Moreno, la sala-oficina que tiene en Constitución y los constantes viajes por América latina y Estados Unidos. Eligió vivir en Moreno para estar cerca de su familia, no porque se sienta más cerca de la naturaleza ni nada por el estilo. “Es un lugar cercano a mi origen, lo conozco desde los 9 años, tiene que ver conlos afectos, es donde me reconozco y siempre quiero volver. Naturaleza no hay más: me está matando la alergia, las antenas de celulares, las cajas de la luz con tóxicos. Hasta el agua tiene arsénico y no se puede tomar. Para mí es sólo el lugar de mi familia.” Grabó su nuevo disco en los estudios Del Cielito, en Parque Leloir, entre asados y sesiones con amigos. Y lo disfrutó mucho. Ya no es tan perfeccionista, asegura. “Puse cierta distancia con esa exactitud que jamás llegará. Aprendí a relajarme. De todas maneras soy virginiana, Mercurio domina mis influencias y trata de que las cosas estén mejor. Pero ya sé que nunca van a ser perfectas. Es imposible. Lo único perfecto es el cosmos.”

Un largo camino
La carrera de Celeste Carballo aparece marcada por el eclecticismo que rescata Celesteacústicados! En 1982 se hizo famosísima como una chica rockera con “Me vuelvo cada día más loca” o “Es la vida que me alcanza”. Hacia 1985, grabó un gran disco de punk rock, Celeste y la generación, pero dos años después formaba su célebre dúo con Sandra Mihanovich; Sandra y Celeste grabaron dos discos, Somos mucho más que dos y Mujer contra mujer, y se convirtieron en iconos lésbicos –tan necesarios en un país donde no existe esa visibilidad–. En los ‘90, Celeste grabó grandes discos que no fueron demasiado populares (Chocolate inglés, el excelente Tercer infinito, el tributo a Janis Joplin Live at the Roxy) y se quedó afuera de la multinacional BMG. Pero, mientras tanto, construía su carrera fuera del país: viaja a Estados Unidos desde 1995, grabó en Atlanta la música de la película Inn Trouble, toca seguido en Miami y Nueva York, y participa de cuanto Festival del Orgullo Gay la invite –el año pasado estuvo en el multitudinario San Francisco Gay Pride, donde conoció a Joan Baez–. De alguna manera, agradece estar ubicada en la independencia. “Me parece buenísimo que no haya muchos músicos de rock nacional en multinacionales, es un fenómeno increíble, muy bueno. Te obliga a encontrar caminos nuevos. Yo nunca voy a dejar de agradecerle a BMG que haya terminado mi contrato, porque gracias a eso hice cosas que nunca había hecho en mi vida. Para mí las épocas de crisis son fantásticas, me encantan. Mi gira por Estados Unidos en 2002 coincidió con la debacle en Argentina, hice cantidad de entrevistas para medios y siempre la pregunta era la misma. Y yo respondía que era el mejor momento de mi país. Los problemas son oportunidades. Se terminó la careteada, el uno a uno siempre fue una gran mentira, y ahora empezamos a vivir en la verdad.”
Celeste se resiste, sin embargo, a hablar de “cambios”. No está de acuerdo con que su música sea tan diferente, año tras año. “Los discos son diálogos diferentes, según el sonido la banda y el encuadre, pero hoy conviven en mi trabajo canciones de todos los discos, yo no siento que haya cambiado nada. Además soy una mina de tiempos muy largos de desarrollo, de aceptación de cosas nuevas, no soy muy cambiante. Los permisos sí me los doy, soy música, soy cantante. Pero soy más que una cantante de rock”.
–¿A qué otras músicas estás abierta?
–En el 2000 estuve componiendo un montón de tangos nuevos. Nunca fue mi intención grabar un disco, pero metí un tango mío en Celeste Acústica y otro en este nuevo disco. Son cosas que voy haciendo cada tanto, pero hace cuatro años me atacó fuerte, porque había estado tocando con Daniel Melingo y se me pegó la poesía del tango, esa forma de decir; descubrí que había mucho para escribir en el tango nuevo, sin disfrazarse de arrabalera ni hablar con un idioma que no sea el mío. Con Celeste Acústica estoy encontrando un espacio para el tango, y también para el folklore. En dos discos ya metí dos: la zamba “Algo nuevo” y ahora la chacarera “Cuando seamos del amor”. No quiero que mi nombre sea sinónimo de rock, quiero ampliar el margen. Toda la vida escuché folklore y tango. Pero en laadolescencia empecé a tocar rock y después me fui hacia el blues, el funk y el jazz.
–¿Alguna vez sentiste que tus colegas varones te subestimaban por ser mujer?
–No. El problema tremendo es que todos se me enamoran y después tenemos bardo. Lo digo en serio. Yo no me enamoro de ellos. Los quiero de amigos. Se enamoran o se calientan, les gusto mucho, bah. El único que se sinceró conmigo fue Pappo. Y hasta lo dijo en MTV. Es un chiquilín, el hombre que nunca creció, por eso siempre será feliz. O tal vez no, porque yo creo que crecer sirve para algo. Somos amigos, aunque lo veo cada tanto.
–¿Y cómo te llevás con Charly García?
–Somos buenos amigos, de darnos poca bola; ésas son las amistades que me gustan. Nos encontramos en diferentes situaciones y lugares del mundo. El me muestra sus discos, viene a tocar, pero a veces pasamos un año sin vernos. Nos conocemos hace más de veinte años, de la época de Sui Generis. Nos distanciamos, nos amamos, nos odiamos, todo.
–¿Y cómo te llevás con tus fans?
–Bien, pero cuestiono el concepto “fan”, porque no es bueno ser fanático en ningún aspecto. Se pierde la distancia, que es lo más importante. Se crean mitos que te separan de tu propia realidad; los fans te convierten en su fantasía. Yo no estoy de acuerdo con eso. Me encanta que a la gente le guste mi música, que tengan información, o que sencillamente me quieran, pero un fanático que me convierte en una fantasía no me gusta. Quiero ser real.
–¿Siempre fuiste consciente de esa “distancia” de la que hablás?
–No. Para eso sirve aprender. A los diecisiete años leía Siddharta y aprendí algo. Viví otras distancias que me enseñaron de cercanías. Vuelvo al boxeo, que enseña la distancia justa. Todo tiene que ver con eso: la distancia en la mirada, en cómo te involucrás en las situaciones, cómo ves a la gente. El equilibrio es un movimiento permanente, no es algo estático.
–¿Tuviste crisis de los cuarenta?
–No, tuve crisis de los treinta; a esa edad me hice punk. Toda la vida quise tener setenta años. Hay cosas muy buenas en la vida por venir. Sacarse deseos de encima por ejemplo, ese monstruo pedigüeño que nos tiene todo el tiempo con el “quiero, quiero, quiero”. Supongo que, con los años, habrá muchas más conquistas.

Fuera del estereotipo
Celeste Carballo es dura. Esa voz, juvenil y hermosa, a veces logra suavizar sus opiniones secas, con frecuencia incompletas. Se mete dentro de su caparazón con asombrosa facilidad, y lo que la rodea revela más sobre ella que sus palabras: la foto de Mick Jagger junto a una vela, libros en inglés sobre cómo enfrentarse a la homofobia, cuentos de y por lesbianas, manuales de Reiki, té con miel y sahumerios humeando en la sala-oficina libre de todo otro humo. Desliza algún esbozo de misticismo, pero no lo elabora; menciona a su primera novia allá por 1976, pero no abunda en la historia de amor adolescente; ha tocado en festivales feministas radicales como el Womyn Festival de Michigan, y con grupos punk de activistas –como las abiertamente lesbianas Tribe 8–, pero ella prefiere asegurar que no hace falta ser gay para tocar en un festival gay. “Di-ver-si-dad”, remarca. “La palabra lo indica”.
–¿Cómo terminaste participando de tantos festivales gays en el mundo?
–Fue sin querer queriendo. Me invitaron a partir de los círculos de información que se abren en Estados Unidos y en Europa. Se trata de lucha. No hace falta definirse para apoyar la causa. Eso es algo que la gente debería entender.
–¿No pensás participar de la Marcha del Orgullo acá? –A mí me gustan los festivales y acá no existen. Es sólo una marcha. No hay espíritu de música. Yo estoy tratando de inculcarles la idea, el año pasado tocó Leo García, pero no está dirigido hacia el festival, es una protesta. Yo no estoy de acuerdo con que vayan a protestar. Las cosas se conquistan, pero no desde la protesta, sino desde el logro. Y la idea del festival es festejar, hacer música, tomárselo en serio. Acá todavía se protesta más de lo que se logra. Pero se va a llegar: Argentina está muy avanzada en ese tema.
–¿Cómo fue la experiencia en el Womyn Festival de Michigan?
–Es un lugar rarísimo. Se llama así porque en inglés la palabra “woman” (mujer) incluye “man” (hombre), y las feministas radicales no lo aceptan. Van sólo mujeres, no pueden entrar varones. Es un camping, porque además de ser un festival feminista, es naturista. En el medio de un bosque, un lugar húmedo, yo venía de tocar tres funciones en Rosario en los tres días más fríos del año. Me había engripado muy fuerte y viajé con una gripe descomunal. Allá era pleno verano, un calor de 40 grados. Junté todas mis fuerzas para cantar, abría el escenario más grande, de noche, y había diez mil mujeres delante mío, todas de habla inglesa, que no me habían visto nunca en su vida. Y fue alucinante. Cuando terminé el show estaban todas de pie, pidiendo más, enloquecidas.
–¿Fue raro tocar sólo para mujeres?
–No, es lo mismo. Lo raro es estar en un campamento con diez mil mujeres desnudas. Es un espectáculo desagradable. Es horrible. Yo no lo podía soportar, me quería ir todo el tiempo. No me gustan los campos nudistas ni nada, que se vistan. Pero estuvo bien hacerlo, porque es un festival muy importante en Estados Unidos. Ahí tocaron Ani di Franco, Melissa Etheridge, Tracy Chapman.
–¿Te considerás feminista?
–No. El feminismo es un movimiento del siglo pasado. Nada más. Ya fue.
–¿Pero creés que ya se lograron todas las conquistas? No es tan así...
–Es del siglo pasado. Nada más. Que venga lo próximo.
–¿Sabés qué es lo próximo?
–Sí, se trata de nuestro planeta. Ella es la mujer que hay que reivindicar ahora, la Tierra. La sumisión de la mujer es la misma sumisión de la Tierra. El feminismo está bueno, cumplió su misión, pero pasemos a lo siguiente.
–¿Por qué nunca hablás de sexualidad y preferís el término “emotividad”?
–Porque es así. La libido es nuestra energía psíquica, que nos mantiene en actividad, y determina hacia dónde dirigimos nuestros intereses. La sexualidad va hacia donde va nuestra libido, que es nuestra emotividad. Si yo dirijo mi libido hacia la puerta, voy a ser puerta-sexual.
–¿Por qué no hablar de homosexualidad?
–No estoy de acuerdo con el término, que es médico. Son convenciones, y bueno, dale que va. Igual me parece una antigüedad esa discusión. El ser humano desde sus principios siempre fue omnisexual, y la emotividad es libre. Me parece muy sectario. Es como la música: hay gente que define qué es punk, qué es rock, qué es after punk. Yo qué sé, a mí me gusta esto y aquello, no sé qué son, y no sé qué soy al respecto.
–No podés definirte, entonces.
–No. Yo estoy pensando todo el tiempo en qué canción nueva voy a hacer, o qué libro me interesa. Mi libido está puesta en el escenario. Yo soy escenariosexual y tengo sexo múltiple con todos los que están ahí. Como artista todo el tiempo estás sublimando y ésa es mi sexualidad preferida. Todo lo demás diría que me molesta, a esta altura. Estoy en contra de la sexualidad personalizada, trato de evitarla, no me interesa para nada.
–¿No es también una forma de resguardar tu vida privada?
–Eso es inevitable, por más que la quieras cuidar, se meten.
–Pero no te persigue tanto la prensa chismosa.–Sí, me atrapa aunque no quiera. Cierta prensa se arroga el derecho de señalarme y usar mi nombre para escribir sus propias fantasías.
–Bueno, decían que eras pareja de Celeste Cid...
–De eso no pienso hablar. No me interesa. Son pavadas. Yo estoy trabajando, estoy haciendo cosas, qué les pasa. La intrusión no es buena para la vida, ninguna persona quiere eso. “No te metas en mi vida” es una frase muy común. Pero, si lo digo yo, está mal. Y no. Es igual. Ni más ni menos. Tengo el mismo derecho.

Celeste Carballo presenta Celesteacusticados! el 30 de septiembre en el Teatro Ateneo. Más info en www.celestecarballo.com

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