SALUD
Crónica de un día verde
En la ciudad de Rosario el 28 de septiembre, día fijado en 1990 para hacer visible el reclamo del derecho al aborto seguro en América latina y el Caribe, una marcha masiva y diversa cambió la geografía urbana como en ningún otro rincón del país. ¿Por qué? La presencia de legisladoras nacionales de distintos partidos y el compromiso de periodistas de tevé, más la articulación por encima de las diferencias son respuestas posibles.
Por Sonia Tessa
El lugar elegido es la plaza Montenegro, en el microcentro de Rosario. Antes de que llegue la gente, hay más de una decena de siluetas negras paradas sobre sus pies de cartón. Tienen puestos pañuelos verdes y llevan colgados artículos de diferentes diarios, donde se da cuenta de la muerte de mujeres por abortos realizados en forma insegura. Por la calle lateral a la plaza pasan colectivos de manera incesante, en el horario del regreso a casa. Es el atardecer y empiezan a llegar mujeres de lo más heterogéneas para la manifestación por el 28 de septiembre. La manifestación no cambia el ritmo de la ciudad, pero sí interviene en su paisaje. Diputadas provinciales, concejales, integrantes del departamento ejecutivo municipal se mezclan con las activistas de Pan y Rosas, militantes universitarios, mujeres de la Federación Tierra y Vivienda y otras organizaciones barriales. El acto es el corolario de la Semana por la Despenalización del Aborto que se realizó por segundo año consecutivo en Rosario, promovido por Mujeres y Varones Autoconvocados por el Derecho a Decidir. Durante cinco días, estas personas de diferentes organizaciones sociales, grupos feministas y partidos políticos, que sólo están aunadas por el firme propósito de obtener ese derecho se pusieron de acuerdo para repartir cintas verdes, a modo de escarapelas. Lo hicieron en el centro y en los barrios, pero no llegaron a los titulares de los diarios porque no hubo enfrentamientos con los grupos católicos. Podrían no haberse puesto de acuerdo –como ocurre en muchos otros lugares del país– para empujar este reclamo, porque sus identidades son diversas y abismales sus diferencias en muchos puntos.
Sin ser masiva, la manifestación alcanzó una presencia en la ciudad. La entrega de cintas verdes fue acompañada por volantes y un petitorio para las autoridades, que obtuvo una buena cantidad de firmas, todavía en recuento. Cuando la movilización terminó y quedaban las últimas mujeres conversando, a la espera de que se llevaran los equipos, se acercó un hombre, cincuentón. Pidió el petitorio, que ya estaba guardado en una carpeta. Quiso firmarlo porque tiene una vecina con un embarazo anencefálico que no logró la autorización judicial para hacerse el aborto. “Los médicos le dijeron que se lo tiene que hacer, pero en los Tribunales no se lo quieren dar, por eso estoy convencido de que hay que pelear por esto”, explicó el hombre, sin saber que en el caso de su vecina el amparo legal existe pero el temor o las convicciones religiosas de los médicos, tanto como las de los operadores judiciales, hacen que no sea de cumplimiento efectivo.
Desde principios de mes, los autoconvocados se reunieron en la sede de Indeso Mujer –una ONG que trabaja por los derechos de las mujeres– para organizar la semana. Desde el primer día, la heterogeneidad fue una clave. Y el compromiso de las mujeres de los barrios, también. Cuando se habló de conseguir fondos para realizar los volantes, Dolores, una mujer de la Mesa de Encuentro Barrial, quiso aportar lo suyo. Antes de irse, dejó 10 pesos para la comisión organizadora, de su propio bolsillo. “No sé si después voy a tener”, se sinceró antes de salir corriendo a tomar el colectivo para no llegar tan tarde a su casa, ubicada bien lejos del centro, en el barrio Ludueña. “Tenemos que hacer saber cómo nos perjudica que el aborto esté prohibido a las mujeres en los barrios”, dijo en esa reunión, y les puso el cuerpo a sus palabras.
¿Por qué Rosario logra articular una Semana por la Despenalización del Aborto que convoque a distintos sectores, como no ocurre en otras partes del país? Hay varias explicaciones. “En Rosario existe la Red Informativa de Mujeres de la Argentina, que si bien tiene colisteras en todo el país, como sus coordinadoras (Irene Ocampo y Gabriela de Cicco) viven en Rosario nos permite estar informadas y conectadas”, aventuró como uno de los factores Silvia Ausburger, concejala socialista. Claro que la ciudad es gobernada desde 1989 por intendentes socialistas, con áreas de la mujer que brindan apoyo concreto a estas acciones. Durante la Semana del año pasado, el entonces intendente Hermes Binner se manifestó por la despenalización.
Es otra socialista, la directora del Centro Municipal del Distrito Oeste, Susana Bartolomé, la que reflexiona: “En Rosario tenemos una trayectoria de coordinación entre las mujeres que comenzó con el impulso de la ley de cupos, en 1990, y nunca la rompimos. Además, desde hace años existe una red de organizaciones que funciona como un verdadero consejo asesor del área municipal. Creo que también las mujeres de esta ciudad tenemos una voluntad de trabajar sobre los acuerdos y no sobre las divisiones”.
Además, luego del Encuentro Nacional de Mujeres que se realizó en agosto del año pasado en la ciudad, quedó la gimnasia de establecer una estrategia para instalar el tema, y la voluntad de mantener esa coalición de fuerzas hasta que se consigan los cambios reclamados. “El Encuentro del año pasado volvió a ser un espacio para debatir las problemáticas de las mujeres, porque existían condiciones políticas para hacerlo y porque Rosario le pone una impronta propia, por la organización de las organizaciones sociales, porque nos conocemos, nos encontramos habitualmente alrededor de actividades que muchas son convocadas por el Estado municipal”, señaló la diputada provincial Lucrecia Aranda.
Como el año pasado, la Semana se inició con una conferencia de prensa. El primer síntoma de interés fue la cantidad de medios que llamaron para pedir que les adelantaran la información. La convocatoria fue un éxito, porque no sólo llegaron mujeres de a pie sino también legisladoras. No fue sorpresiva la presencia de las diputadas provinciales Alicia Gutiérrez (ARI) y Aranda (Partido Socialista). En un caso, el compromiso con la reivindicación es de larga data, y como la mayoría de sus compañeros de bloque (cuando estaba en el Congreso nacional) anunció que votaría a favor de los proyectos a despecho de la opinión contraria de la líder de su partido, Elisa Carrió. El Partido Socialista tiene el tema en su plataforma, y Aranda es una de sus más entusiastas impulsoras.
Pero la presencia de la diputada nacional del Partido Justicialista Irma Foresi le puso otro color a la reunión. En 2002 fue una de las dos justicialistas que firmó el proyecto de Rubén Giustiniani de despenalización parcial. “Recibí cartas en tono amenazante, hasta del obispo de Santa Fe, monseñor Edgardo Storni”, recordó el viernes pasado, antes de comprometerse a “apoyar esta lucha con todas las herramientas” a su alcance. De hecho, una vez que se fueron los medios, la reunión se convirtió prácticamente en una asamblea de estrategias legislativas para obtener modificaciones a las leyes vigentes.
Si la presencia en los medios masivos como la televisión es para muchos una condición de existencia, este año hubo menor visibilidad que en 2003, cuando la estela del Encuentro de Mujeres –con su final de pelea entre católicas y feministas– ayudó a agendar el tema. Sin embargo, también fue insoslayable en noticieros y programas de interés general. De hecho, la actitud de Luis Novaresio, periodista de “De 12 a 14”, de ponerse la cinta verde, fue un aporte invalorable para la campaña. Eso sí, las propias feministas se negaron a participar de un programa de debates porque no querían “confrontar con posiciones fundamentalistas” que las pusieran a discutir –una vez más– cuándo comienza la vida o si el aborto es un asesinato. No hubo escándalo, por tanto. Apenas cuatro adolescentes que en la manifestación del martes se acercaron con la supuesta intención de preguntar, pero terminaron con una agresión: “Acá son todos izquierdistas y ateos”, descalificaron a los manifestantes, y una de ellas solicitó la intervención de la policía. “No estamos haciendo nada, nada”, se justificaron los chicos ante la pregunta periodística, mientras se retiraban rápidamente. Pero antes alcanzaron a gritar “asesinas”.
Ni siquiera todas las presentes están de acuerdo en los alcances de la legislación que proponen. De hecho, la presencia de grupos anarquistas da cuenta de la variedad. El consenso se expresó en el documento que se leyó durante el acto. “Porque en nuestra ciudad se realizan 10.000 abortos por año, alrededor de 30 por día. Porque en el Hospital Centenario en los primeros ocho meses del año 2003 ingresaron 320 mujeres con cuadros de abortos sépticos. Porque en el Hospital Provincial en el año 2003 murieron cuatro mujeres y otras tres en el Hospital Granadero Baigorria. Todas y cada una de estas muertes pueden y deben ser evitadas”, leyó Irene Ocampo, de Rima, ante la concurrencia. El documento exigió la urgente aplicación de la ley provincial de salud reproductiva, así como la implementación de la ley de educación sexual, la reglamentación y aplicación efectiva en los hospitales públicos de la ley provincial reciente que autoriza la ligadura de trompas y la vasectomía. El último punto de los reclamos fue la “sanción inmediata de una ley integral de despenalización del aborto”.