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Viernes, 5 de enero de 2007

SOCIEDAD

Juego de roles

A horas de una de las fechas clave para el mundo de los juguetes: ¿cocinitas y ropajes de princesa para las nenas?, ¿autitos y elementos de pirata para los nenes? Entre las expectativas de padres y madres, las ofertas del mercado y la ansiedad de ordenar en rosa y celeste, ¿qué deparan los regalos de Reyes?

 Por Luciana Peker

El 6 de enero, con la llegada de los Reyes, el pastito, el agüita y los zapatitos afuera se termina ese tsunami denominado fin de año y se apagan las lucecitas de colores, pero también se consagra la elección de los adultos en los regalos. Si los zapatitos –zapatillas o sandalitas– ya no son ingenuos, tampoco elegir un conjunto de acuarelas para Matías, o una pelota de trapo para Sol o una minicomputadora para Lola o una batería de cocina para Alvaro.

Ante el auge de las princesas –de Disney y de todas las demás– da la sensación de que se vuelve a revalorizar a niñas híper-femeninas con puntillitas y varitas mágicas para conducir sus vidas. ¿Un retroceso? “Yo creería que hay una proliferación de modelos distintos que aún no han dado como resultado el colapso del esquema tradicional. El modelo estereotipado de socialización de la infancia nunca cayó. No todos los juguetes actuales están tan subrayadamente segmentados en lo que se espera de uno u otro sexo –hay mayor apertura y una gran circulación de juegos indistintos para varones y mujeres como computadoras–, pero algunos sí mantienen fuertemente esa impronta que arrastra un signo cultural de siglos y, por tanto, no se vuela de un plumazo. Hoy conviven las alternativas clásicas con las nuevas alternativas”, enmarca la socióloga Eleonor Faur, socióloga e investigadora de la Universidad de San Martín. En eso coincide Carolina Micha, socia fundadora de Primeros Pasos Producciones y psicóloga especializada en primera infancia: “Hay miles de propuestas (por ejemplo las artísticas) que no delimitan sexo de ningún tipo, lo mismo pasa con los libros o videos de aprendizaje que apuntan a la niñez en general. Más allá de las princesas y piratas se sumaron miles de propuestas unisex”.

Celeste y rosa not dead

Pero todo cambio tiene su ida y vuelta. Después de una mayor diversidad, llega también una vuelta a la segmentación. “Hoy en día existe un retorno a lo tradicional en cuanto a la ropa de nena y de varón especialmente cuando son recién nacidos”, revela Gerardo Garcea Breme, director de Imagen de la marca Mimo, que agrega: “Existe una mayor apertura respecto de la paleta de colores, teniendo en cuenta la tendencia romántica para las nenas y una línea más deportiva para los nenes. Pero, al margen de esta apertura, existe un retorno a cierta tradición de diferenciación entre la ropa de nena y la de nene”. “Tal vez sea en la infancia donde los adultos mantienen la ilusión de una crianza diferenciada en la cual algunos de los rituales añejos puedan reproducirse”, analiza Faur. Pero tal vez la idea no sea un retorno al pasado sino legar el propio pasado a través de los antiguos juguetes.

“Tal vez lo que los padres y las madres regalan puede ser un reflejo de añoranzas de la propia infancia”, dispara Faur.

Karina Felitti, historiadora del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la UBA, analiza: “Mientras una gran parte de la sociedad se muestra cada vez más tolerante (o al menos lo intenta) y es capaz de aceptar una mayor gama de identidades sexuales, prevalece la idea de que en la infancia no debe dejarse al azar una clara división entre el mundo masculino y el femenino”. Pero Felitti hace una distinción interesante. Las nenas están aprincesadas, pero los nenes todavía más apretaditos en sus corazas de autos, espadas y pelotas. “A las mujeres se las habilita más a cruzar esta línea, además de mamaderitas, cosméticos y vestidos de princesa, las niñas también tienen su pelota (rosa), sus ladrillos, su autito para pasear. En cambio, es casi imposible ver en los cuartos varoniles utensilios de cocina o un bebé con su bañaderita”, señala la historiadora, que anuncia un futuro sin cambios si no se cambian los regalos de los chicos de hoy. “Si pensamos que los niños de hoy serán los varones del mañana, es necesario que superemos nuestros propios prejuicios. Muchos papás que pasean a su bebé en cochecito o que llenan el changuito en el supermercado tiemblan ante la idea de que su nene utilice un changuito de juguete. Ellos están recién empezando a reconocerse en estos nuevos roles. Quizás sea cuestión de tiempo y también de que las mujeres no colaboremos en la perpetuación de estereotipos que se vuelven como un boomerang en contra de nosotras”, propone.

Fotos: gentileza Imaginarium

La psicóloga Micha respalda: “Tanto los hombres como las mujeres lavan los platos, cambian pañales, cocinan y trabajan a la par. Pero, a pesar de que muchos juegos elegidos por los chicos tienen que ver con la identificación con sus padres, no se ha llegado al punto de comprarle una cocinita o un bebote a un nene o un guerrero a una nena. Aun en el imaginario social la masculinidad se relaciona con juegos más corporales y la feminidad con juegos más tranquilos”. Pero como todo cambio, los chicos pueden cambiar si alguien no les cierra la puerta a poder jugar... libres de elegir trenes o batidoras. “La distinción clásica entre juegos de nenas y juegos de nenes está desapareciendo. Los chicos no tienen incorporadas estas diferencias si su ámbito no se las ha marcado. Así, hemos visto en nuestras tiendas nenes fascinados por tener una aspiradora o una plancha de juguete o nenas que eligen como regalo una estación de servicio”, demuestra Sandra Zapolski, directora de la juguetería Imaginarium en Argentina. “Mediante el juego de imitación o simbólico, los niños reproducen lo que hacen los mayores. Por eso, nuestra oferta no responde a estereotipos y una familia de muñecos es ‘Amanda Troupe’. Los papás de Amanda son Félix (que es periodista) y Victoria (que es doctora)”, detalla Zapolski. ¿Barbies o Amandas? ¿O Barbies y Amandas? (para dar libertad con más libertad y no restringir con menos juguetes).

A los nenes y nenas de hoy los zapatitos de lo que debe ser una nena y un nene todavía les aprietan la imaginación. Pero igual tienen los próximos Reyes para que Lucila consiga su espada y Agustín su cinta de colores. ¿Los próximos Reyes o, por qué no, las próximas reinas magas?

La diferencia es de manual

Las diferencias en la ropa y en los juguetes también se ven en los libros. “En estos momentos las nenas piden libros de princesas o de hadas y los varones de dragones, magia, fútbol o terror”, diagnostica Karina Skidelsky, encargada de Mini Dos, el sector infantil de la librería Capítulo Dos. ¿Qué hacen los padres, tíos o abuelos cuando van a comprar un libro de regalo? ¿Fomentan o disminuyen los estereotipos de género? “Los adultos piden libros de manualidades para las nenas, a excepción de Art Attack, que es pedido por chicas y chicos, y de piratas, dinosaurios y dragones para regalarles a los varones. Hay padres que no le llevan a su hijo varón un libro cuya tapa sea rosa o pastel, aunque el contenido sea de varón o unisex y tampoco le compran, por ejemplo, un libro de transportes a su hija”, cuenta Skidelsky. Aunque hay avances y miradas nuevas, la historia de las diferencias sexuales no se ha terminado de escribir. Ni de leer.

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