Viernes, 5 de enero de 2007 | Hoy
CONFESIONES DE VERANO
Por Clarisa Mena
Diciembre no sólo es el mes de las fiestas sino también el de la compra de la bendita malla. Desde hace algunos años mi hermana y yo acudimos a un local marplatense que tiene buenos precios y lindos productos para lucir en arenas, piletas y mares durante el verano. Ella ya había pasado por ahí y consiguió una preciosa, onda brasileña. Esta vez había demasiada gente, hacía calor y las vendedoras no estaban del mejor ánimo. No nos entendimos desde el comienzo. A la que me tocó le expresé que soy 95 de corpiño pero no fue suficiente. Me mandó directo al probador con un modelo horrible en la mano “sólo para ver qué talle sos”. Me gustaron unas estilo retro, pero cada elección mía entre las fotos del catálogo era censurada por la muchacha con la frase, “ésas no vienen en tamaño grande”. Pasaban los minutos, mi hermana iba y venía como mensajera con las rechazadas y las propuestas. Por un momento, como nada me convenció la vendedora sugirió con molestia que yo no sabía lo que quería. Finalmente, luego de mucho penar y transpirar terminé hablando con la encargada-dueña. Lo único que pretendía era algo original, que sostuviera bien mi anatomía delantera, con una parte de abajo que mantuviera mi asentadera celulítica lo más cubierta posible, sin que se parezca a la bombacha de la abuela. “Lo que pasa es que para las que tienen tetas grandes y no quieren mostrar la cola no hacemos en telas estampadas sino lisas y con modelos clásicos”, fue la respuesta final que me eyectó enfurecida del comercio. Las rellenitas, que no quisimos (o no pudimos) someternos a la dictatorial dieta preestival, sólo podíamos aspirar a lo más aburrido a la hora del sol y el chapuzón. Mientras seguíamos con las otras compras navideñas, mi hermana escuchó estoica mi arrepentimiento. “No tengo que probarme mallas sin haber bajado esos tres kilos...” Pero la bronca no impidió que lograra mi cometido. Una marca para señoras tenía un precioso modelo color chocolate, con canutillos, sexy para la parte del cuerpo que deseaba exponer más. Claro, tres veces más caro.
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