ARTE
Venecia contigo
La semana próxima se clausura en Venecia la exposición internacional de Esculturas e Instalaciones que este año se titula “Imaginario Femenino”. En ella, artistas de 43 países se internan en sus propios lenguajes, pero es posible identificar en ellos su procedencia de género y de latitud.
Por Sandra Russo
Venecia, hasta esta semana y desde que en agosto empezó el Festival de Cine, no fue solamente el fantástico escenario por el que bajaron y subieron sus miles de escalinatas las estrellas de cine. Las estrellas del arte son más recatadas y de perfil más bajo, pero también brillaron. Desde hace cinco años, la muestra cinematográfica es acompañada por una exposición de arte que esta vez, y en un debut, fue dedicada a las mujeres y protagonizada por ellas. Imaginario Femenino se llamó la Quinta Exposición Internacional de Esculturas e Instalaciones, curada por el legendario Pierre Restany. Expositoras de cuarenta y tres países, a razón de una por país, llevaron allí sus obras, que todavía estás expuestas en las calles venecianas. Por la Argentina, Nora Iniesta llevó lo suyo: una enorme foto familiar intervenida y vallada con una bandera argentina.
Restany es un viejo conocedor de la Argentina que supo deambular por Buenos Aires hace tres décadas, cuando el Instituto Di Tella atraía sobre estas latitudes miradas europeas. Acaba de presentar en París una obra sobre el pintor argentino Nicolás García Uriburu, y trabaja en otra sobre Antonio Berni. Al presentar la instalación de Iniesta, dijo que la artista había llevado “una patética foto de tres chicos. La Argentina, lamentablemente, se ha vuelto el país del recuerdo”. El título de esa instalación, llamada Nada es para siempre, dio pie sin embargo para que Restany advirtiera una segunda lectura del trabajo: así como la felicidad no es para siempre, conviene recordar que el colapso tampoco.
La celebridad de la exposición veneciana fue Yoko Ono, que llevó allí Ex it, la instalación con ataúdes de los que brotan pequeños árboles de olivo, y que hace un tiempo se pudo ver en el Centro Cultural Recoleta. En conferencia de prensa, la viuda de Lennon recordó con muy poca nostalgia los `60, ya que, dijo, “ésa fue una época revolucionaria para los hombres, pero no tanto para las mujeres. Esa revolución de las mujeres quedó pendiente”.
Suela Muca, la artista representante de Albania, presentó sorprendentes y gigantes bolsas de papel, de esas que traen las mujeres cuando salen de compras. “Quiero comprar comunicación”, “Quiero comprar tolerancia”, “Quiero comprar amistad”, eran algunas de las leyendas. Muca explicó que en su país, que sigue a la deriva en una crisis interminable, las mujeres se dan por satisfechas si tienen una bolsa: el consumo se ha reducido a su mínima expresión.
Choi Eun-kyung, representante de Corea, llevó una instalación en acero titulada Lo sagrado y lo profano (el límite de la vida). Con la forma de libros gigantes a escala humana, algunos de los cuales parecían de lejos puertas giratorias, la artista mezcló las nociones religiosas más profundas con códigos de barras que resignificaban todo el trabajo.
De Chipre, Klitsa Antoniou llevó una impresionante obra realizada especialmente para Venecia: con el eje de las poblaciones migrantes y los sin hogar, Antoniou apeló a simulaciones de papiros que podrían ser también simulaciones de planos, en una arqueología también simulada.
Y entre los trabajos más inquietantes, no se puede dejar de mencionar el de la indonesia, nacida en Holanda, Mella Jaarsma, titulado Moral Pointers, que nació de su percepción de los choques culturales. Su seriede Saras (abreviación en Indonesia de Suku-Agama-Ras-Antar Golongan, es decir tribu-religión-raza-grupos), fue una impresionante colección de burkas de las que salían, inexplicablemente, muchos dedos. ¿Una posible evocación? Cuerpos que no se pueden ver, pero pugnan por tocar.