TRIBUTO A EUGENIA SACERDOTE DE LUSTIG
Un ejemplo
Por María Silvia Bouza *
A los 91 años, la doctora Eugenia Sacerdote de Lustig, considerada una eminencia de las Ciencias de la Salud, recibió la distinción de Doctor Honoris Causa de la Universidad de Morón, en reconocimiento a su trayectoria de vida, vocación y horas de esfuerzo en pos del conocimiento en los campos de la Histología, la Embriología y la Biología Celular.
Su historia comienza en Italia, en 1910. Como era de costumbre en aquella época, siendo adolescente estudió el magisterio en el Liceo femenino, mientras practicaba deportes en la campiña, hacía pintura, compartía salidas con amigas y bailaba charleston. Su pasión por la medicina nacía en un hospital, a los 17 años, cuando su hermano sufrió un accidente y ella debió acompañar a su madre a cuidarlo. Junto a su prima, quien compartía la misma inspiración, emprende la travesía del estudio universitario. Eran sólo 10 las mujeres que asistían a la Universidad de Turín, quienes tuvieron que atravesar las zancadillas que les hacían los hombres de aquella época, para impedir que ingresaran al establecimiento. Transcurre sus estudios realizando trabajos de investigación en colaboración con las cátedras, desde su primer año. En 1936 recibe su título de doctora rindiendo con 110 puntos de 110 el examen de Estado.
Junto a su flamante esposo, el ingeniero Mauricio Lustig, y su primera hija, se traslada a nuestro país en 1943.
Desde que arribó a Buenos Aires, comenzó sus estudios científicos. Con la autorización de la cátedra de Histología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, conformó en un viejo edificio de Cangallo y Pasteur una zona de esterilidad. El Instituto Oncológico Angel Roffo abrió sus puertas a las investigaciones y descubrimientos de Eugenia Sacerdote en 1947, donde realizó estudios sobre cáncer óseo.
La docencia también despertó su interés, por lo que desde 1958 fue titular de la cátedra de Biología Celular de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. Pero en 1966, tras “la noche de los bastones largos”, se vio obligada a dejar las aulas vacías.
Sin darse por vencida, continuó su obra como miembro del Conicet, e investigando en el Instituto Roffo y en el Instituto Malbrán. A lo largo de su trayectoria profesional, recibió más de 40 premios por sus descubrimientos y logros científicos, y publicó 216 trabajos para transmitir sus conocimientos a las generaciones venideras. Uno de los trabajos más importantes que desarrolló fue sobre Biología Tumoral y diferenciación celular.
El 17 de julio de este año, durante la ceremonia de entrega de la distinción, la Dra. Lilia Lauría de Cidre, su discípula y compañera en investigaciones, la describió diciendo: “Estamos frente a una científica, frente a la docente que transmite su entusiasmo, energía, deja trabajar en libertad, y frente a una señora, que por haber tenido un nutrido patrón de actividades, una gran firmeza y humildad de espíritu, es un muro de contención frente a los desarraigos personales y científicos a los que estamos sometidos todos los días”. En este sentido, el rector de la Universidad, Dr. Mario Armando Mena, remarcó que “...este homenaje a una distinguida científica es la modesta forma que tenemos para seguir su ejemplo, porque es un ejemplo de vida que tenemos que demostrar ante nuestros alumnos, ante nuestros graduados, ante nuestros profesores, ante nuestros gobernantes, y que entiendan que con sencillez, humildad ytrabajo, y no teniendo riquezas personales y deponiendo actitudes egoístas, se puede...”.
Sabiamente y emocionada por el homenaje que le estaban realizando, la doctora destacó: “...la ciencia es muy importante, sirve para reunir a los pueblos, porque los científicos hablan el mismo idioma, una unión mucho más sólida que la globalización...”.
* Directora de Relaciones Públicas e Institucionales Universidad de Morón