Viernes, 28 de marzo de 2008 | Hoy
ENTREVISTA
Caro Chinaski y Clara Lagos, amigas desde la adolescencia, comparten el mismo lenguaje: la historieta. Convertidas en sus propios personajes, relatan con humor inoxidable escenas de la vida cotidiana y de la intimidad compartida desde sus blogs personales. Este es el momento del gran salto: del espacio virtual al mundo editorial.
Por Elisabet Contrera
Una es rubia, la otra morocha. Una tiene piernas muy largas que eleva con la elasticidad de una contorsionista y sobre todo, con mucha imaginación. La otra tiene piernas cortas, pero una cabellera enrulada que le agrega un par de centímetros de estatura. Una es tímida, vergonzosa. La otra es un desborde. La rubia es Clara Lagos. La morocha, Caro Chinaski. Pese a las diferencias, ellas tienen algo en común: además de su amor por los gatos, ambas, amigas desde la adolescencia, se convirtieron en los personajes de sus historietas virtuales y cuentan a través de ellas partes de su vida, usando como maquillaje a prueba de agua el humor y la exageración.
Luego de dos años de vivir en la web, las historias de estas amigas se trasladan al papel. Caro acaba de publicar el libro Indecentemente cursi, que recopila sus mejores trabajos y Clara está a punto de finalizar su publicación.
Clara no aguanta la risa. Definitivamente, no le gusta tomarse fotos. “Por algo elegí hacer historietas. Para esconderme, para estar camuflada detrás del personaje.” La risa contagiosa, finalmente, desarticula la pose seria de Caro que se funde en la conversación con estas dos mujeres, dibujantes y autoras de dos historietas autobiográficas que nacieron en diciembre de 2005 en formato web y que integra el blog colectivo Historietas reales, donde confluyen diferentes artistas que crearon personajes bajo la misma consigna.
El blog de Caro se llama Indecentemente cursi (carochinaski.blogspot.com). Se actualiza una vez por semana, todos los jueves. Tienen como coprotagonista a su gata Debbi, de 9 años, cuyo deporte favorito es coleccionar bichos y animalejos, en lo posible semivivos, aclaró su dueña. El blog de Clara se llama Clarísimos días (clarisimosdias.blogspot.com). Todos los jueves sube a la web la historia de la semana. Clara ama a su gato Tobías, pero a diferencia de Caro prefirió mantenerlo en el anonimato. A veces, la dibujante cuenta con la compañía, como personajes secundarios, del grupo de amigos con los que religiosamente sigue la serie norteamericana Lost.
–¿Cómo nacieron estas historietas?
C. Ch.: –En realidad fue una invitación de los chicos de Historietas reales que nosotros aceptamos encantadas.
C. L.: –La idea era no contar cosas de mujeres trilladas como por ejemplo: “fui a la depiladora y se me irritó la piel”, o contar cómo las mujeres se ponen histéricas cuando están por menstruar, o decir algo sobre el dolor porque se rompió el taco del zapato.
Cada una con su estilo, exacerbando sus cualidades y defectos, cuestionan y reflexionan sobre situaciones tales como el paso del tiempo. “Que el verdulero te llame señora”, –explica Caro– “o que un lector del blog diga que en el ‘85’ no había nacido cuando yo ya iba a cuarto grado” –-agrega Clara– son anécdotas que ameritan ser retratadas en dibujos. Las crónicas tratan temas tan globales como el stress, las esperas al lado del teléfono, como preocupaciones más locales como la inflación.
Las historietas son el medio ideal para expresar lo que les molesta y/o fastidia: Caro aprovecha para cuestionar a todos aquellos que le dicen que dibujar no es un trabajo, y Clara para expresar el odio por las palomas que se le cruzan en el camino, de hecho en una de sus crónicas, Clara deseó tener una columna en un programa de radio de heavy metal que se llama “Pateando palomas”.
–Las situaciones relatadas en sus historietas provocan una rápida identificación de mujer a mujer. ¿Ese era el objetivo?
C. L.: –En mi caso, no era la idea. Yo vi en la historieta una forma de canalizar mis problemas, las situaciones que vivía. Es como hacer catarsis. Cuando comenzamos con las historietas autobiográficas yo estaba mal, todo era un desastre, y así lo reflejaba en mi trabajo.
C. Ch.: –El objetivo no era levantar la banderita de las mujeres ni criticar a los hombres, sino mostrar lo que le pasa a mucha gente, sea hombre o mujer, como por ejemplo, tener un día terrible. Casi siempre contado con buena onda y humor. La identificación en todo caso se da porque son cosas que nos pasan a todas. Nosotras tratamos de contarlas de la manera más simple posible.
Ellas son amigas desde cuarto año de la secundaria. Tenían 16 años cuando crearon su primer dibujo. “Empezamos con un fanzine protagonizado por un monstruo de dos cabezas. Hablábamos de lo que se nos ocurría en el momento. No tenía coherencia ni hilo conductor entre una y otra salida”, recuerda Caro. Tras un distanciamiento entre ellas y el dibujo se volvieron a reencontrar hace cuatro años y periódicamente hace dos años cuando decidieron sumarse al blog colectivo.
–En estos años, ¿qué pasó con los personajes? ¿cambiaron, se mantuvieron iguales?
C. L.: –Cambiaron como cambiamos nosotras.
C. Ch.: –Ambas crecimos, somos nosotras mismas en el papel o en el blog. A veces me pasa que mis amigos se enteran de cómo estoy a través de la historieta. Si el personaje cambia de color de pelo o de look, me llaman para quejarse: ¿por qué te teñiste? o ¿por qué estás triste? A su vez, por ejemplo, ahora no sé si dejarme el flequillo o no porque eso significa anexarlo al dibujo.
Las historietas también se convirtieron en un medio de comunicación alternativo entre ellas. Ya no sólo usan los medios tradicionales (teléfono, e-mail, mensaje de texto), sino que se envían mensajes a través de los personajes. Quien estrenó la costumbre fue Clara, que le confesó a Caro que su gato Tobías le había destrozado una ojota que le había prestado. “Fue muy gracioso. No me animaba a contárselo. Y de pronto me dije: se lo cuento en la historieta”, recordó Clara. Esta relación entre ellas expuesta a través de los blogs se convirtió en un práctica cotidiana en la que los espectadores están incluidos, cómplices, no sólo materia pasiva de un relato.
Hoy, tanto Caro como Clara se las ingenian para vivir de su profesión. Caro se dedica a la ilustración y a la dirección de arte editorial. Clara comercializa productos con sus dibujos como pins, tazas, imanes, tarjetas de felicitaciones. En la actualidad, ambas tienen puestas sus expectativas en sus libros. Caro está feliz de haber publicado recientemente su primer compilado y Clara experimenta el nerviosismo de estar a punto de terminar su propio libro. “Está para mayo. Espero que esté para mayo”, remarcó ansiosa.
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