¿Cómo hay que leer la extraña combinación entre el título del recuadro que figura más arriba y la foto? ¿querrá decir que la chica quiso ser médica y una extraña contractura en su columna la alejó de los claustros? ¿no encontró ropa que ponerse para ir a la facultad? Las preguntas podrían convocar alguna sonrisa si no fuera porque la chica de la foto está muerta. Su cuerpo fue encontrado en su casa, con un tiro en la cabeza y unos cuantos moretones que todavía no tienen explicación. En el recuadro reproducido se da cuenta de su biografía: se sentía gorda antes de llegar a la adolescencia, tuvo transtornos de alimentación, quiso estudiar medicina pero dejó en primer año, “antes de morir había vuelto a su pelo oscuro”, termina la corta historia de vida repitiendo lo que suele suceder cuando la víctima es una mujer: los detalles vanos se repiten, la disposición de ese cuerpo en vida para placeres de otros importa más que las razones de su muerte. Sucedió con casos emblemáticos como los últimos crímenes dentro de countrys. Como en el caso de Nora Dalmasso o de Rossana Galeano, los supuestos victimarios aparecen como víctimas y las víctimas en sospechosas; al menos de no cumplir con lo que se espera de una mujer. De Morena Pearson, 22 años y una hija de dos, se vieron hasta el cansancio imágenes de su show de baile en el caño, ese que genera competencias en el prime time de la televisión abierta. Poco se dijo de los más de 20 años que le llevaba su pareja, el ahora acusado, de la relación de poder que necesariamente tenía que haber ya que su pareja era dueño del boliche en el que trabajaba. De Morena quedará en la memoria el modo en que exhibía su cuerpo, pocas dudas caben. Y los chistes que habilita esa curiosa edición en la que su deseo se contrasta con lo que otros deseaban de ella.