Viernes, 4 de abril de 2008 | Hoy
MUSICA
De padre salteño y madre marsellesa, Keny Arkana rapea sus líneas con rabia. Militante contra la desigualdad y
la injusticia social mundial, la chica hace de la canción un acto de protesta que trasciende fronteras y lenguajes.
Por Guadalupe Treibel
En pleno sistema post industrial de desmembramiento social, de capitalismo reciclado devenido en globalidad (semi) absoluta, la conciencia general se echó a dormir una siesta y ronca desde los ’80. Pero, del otro lado, asoman grupos y marginalidades que, en nombre de personas y voluntades, asumen el rol activo de decir-lo-que-hay-que-decir; algunos en formato chico (el cd, nueva cajita musical). Arte francés al servicio de la gente que no teme decir: “Sus leyes son inmorales, mi delincuencia tiene principios”.
Cruzando el charco y algunas fronteras, la queja hace eco desde el país de revoluciones burguesas y gritos sagrados. Libertad, igualdad y fraternidad con historias personales de la artista de 24 años que conoció la violencia del sistema y decidió hacer algo al respecto... música. Mientras, al frente y al revés, un pañuelo en la cabeza, buzos grandes y capuchas le hacen las veces de uniforme para que sus versos en plan hip hop muestren su enojo.
Porque, sí, está realmente enojada, se nota. ¿Quién podría culparla? El repliegue del Estado, la ausencia de la justicia social, el copamiento de las grandes compañías, corporativismo, paternalismo, corrupción, desengaño, pobreza endémica, desigualdad, crisis ambiental, George W. Bush y –¡uff!– tantas piedras en el zapato. “No soy una rapera, soy una contestataria que hace rap”, autodefine la chica nacida en diciembre del ’83, de padre argentino y madre francesa.
Su canción más conocida, “La rage” (“La rabia”), explica el estado de situación de la muchacha: “Porque tenemos la rabia / pase lo que pase, permaneceremos de pie. / La rabia de llegar hasta el final y hasta donde quiera llevarnos la vida. / Porque tenemos la rabia ya no podremos callarnos ni sentarnos. / A partir de ahora estaremos listos / porque tenemos la rabia, el corazón y la fe”. Y sigue con un llamamiento al que no se somete, al sabio, al marginal, al humanista o sublevado: “Anticapitalista, altermundialista / o tú que buscas la verdad en este mundo”. ¿Por qué, entonces, tanta bronca? Simple... “La rabia porque todo es una mierda / y porque este mundo lo acepta.” Por los Chirac, Sharon, Tony Blair y Bush... Porque “este mundo ve rojo / pero de pintura gris se rodea / Porque no oye nunca / los gritos cuando corre la sangre”. Un poquito menos naïf que el “Heal the world” de Michael Jackson ¿no? Lo cierto es que “La rabia” la puso en el ojo de la escena crítica y le valió una nominación al Prix Constantin 2007.
Si la realidad social la hace enojar, ¡a imaginar qué habrá pasado por su cabeza cuando el Frente Nacional (FN) –partido político francés de extrema derecha, presidido por Jean-Marie Le Pen– usó este tema para sus propios fines políticos! ¡Ira absoluta! En menos de lo que tarda un canario en cantar, Keny defendió la revolución desde abajo, el antiinstitucionalismo, negó cualquier vinculación con cualquier candidato y compuso un tema, “Le front de la haine” (“El frente del odio”) donde le pega –a diestra y siniestra– a Le Pen, Sarkozy, entre otros: “Me tomaste por una de ustedes / Llamame la enemiga de tu fascismo / La barricada, hasta las urnas de los votos / Eh, banda de boludos, quieren dormir a los míos / pero conocemos bien la mentira del enemigo y su mensaje / Manipulación, no tendrás mi espíritu ni mi carne”.
Con el enojo como bandera, la chica participa de la fundación del colectivo “La Rage Du Peuple” (La rabia del pueblo), donde la militancia es en favor de la “cólera positiva, federalista, portadora de esperanza y de cambio” en ciudades y barrios marginados. Conciencia social por partida doble: también interviene en la organización de foros populares bajo el lema “Appel aux sans voix” (Llamada a los sin voz).
Además de haber participado en varios compilados y con varios EP y un discos en su haber (su trabajo de estudio de 2006 Entre ciment et belle étoile (Entre el cemento y la bella estrella), la veinteañera ya es protagonista de la escena francesa y responsable del rap femenino local.
La cabeza sube y baja, el puño está cerrado. La leyenda, al orden del día: “Le Combat Continue, Vive la Résistance!” (“El combate continúa ¡Viva la resistencia!”). Así firmó la rapera (perdón, la contestaria que hace rap) alguna de sus declaraciones y remató con una sentencia que dejaría patas para arriba a cualquier Maquiavelo: “El fin está en los medios como el árbol en la semilla”. Frase prestada –del pacifista por excelencia, Gandhi– para mensaje de protesta.
Con menos de diez años y una infancia revoltosa (mudanzas, fugas políticas familiares, escapismo del propio hogar y de varios internados), Arkana ve en la calle su lugar de pertenencia, la libertad. Con su tema “La mère des enfants perdus” (“La madre de los niños perdidos”), asume la condición callejera: “En mis arterias fluye la jungla / Sálvese el que pueda y sobre todo el que gime / Soy la calle / La madre de los niños perdidos”.
Ella también fue una niña perdida hasta que a los 12 años la encontraron con sus primeros textos y una primera forma de rap. Al parecer, era una necesidad para liberar. “Escribía cosas íntimas que guardaba en mí y textos provocativos para joder la mierda y sembrar la rebelión”, explicó –alguna vez– la chica del rap marsellés.
En los últimos meses, la protesta le valió un viaje al país de sus orígenes, el argentino. En la Salta de su padre, sumó una historia, el recuerdo y el escenario latinoamericano de retraso económico a sus lyrics que, en primera persona, hablan de una chica argentina de 14 años. Mientras el video muestra leyendas que van del “No olvidamos, no perdonamos” al “La mejor forma de vivir la estamos buscando”, la canción “Victoria” aplica la mirada altermundialista de Keny y nos alcanza. Es la queja social contra el liberalismo, contra la promesa rota de una democracia, que se debilitó y fue atada de pies y manos por el capital internacional y los intereses ajenos. “Vivimos la fruta de la democracia perdida / en un país tan rico con tantos chicos con sólo una taza de mate en sus estómagos / ¿Por qué nos controla la mafia del crimen? / Yo no entiendo y cuando pregunto siempre me dicen / ‘Porque estamos en Argentina’.”
Mientras sigue creciendo gracias al boca a boca y a Internet (www.myspace.com/kenyarkana), la contestataria del hip hop calienta las cuerdas vocales y entra al estudio para lanzar durante el año “Désobéissance civile” (Desobediencia civil), donde –seguramente– alzará la vista para mirar al mundo y contarle a la gente qué es lo que nadie está mirando. Y debería entender.
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