Previo al desembarco por las cuatro salas de desfiles, la Asociación Brasilera de la Industria textil y la Confección –ABIT–, anfitriona de un pequeño grupo de periodistas que incluye también a una reportera de México, otras del Perú, Colombia y Nicaragua, organiza una visita a la casona de la rua Marqués de Itú 968 que tiene por sede (y que un productor de café encargó a un ingeniero francés en 1920 para la vida social de sus cuatro hijas). Allí difunde algunas acciones de su plan de moda desde 2001: 800 participaciones en 80 eventos de moda, ferias textiles y misiones comerciales, variadas y constantes relaciones comerciales con tiendas del mundo entero, programas y ayuda en la exportación tanto a grandes empresas como a diseñadores independientes.

El tour nos llevó a distintos ejes de la industria: de visitas a las tiendas con precios populares del Bom Retiro –algo así como el Once paulista– a la exquisita selección de tiendas del mall Higienopolis y las tiendas del barrio Jardins, de Zoomp a Reinaldo Lourenço y Gloria Coelho, sin olvidar el paso por el flamante local del creador Ronaldo Fraga (en Vila Madalena), quien ahora sumó moda infantil también con sus estampas.

En Fortaleza, otra acción de Abit –además del sponsoreo del ciclo de desfiles– fue la charla que la periodista María Prata, editora de moda de Vogue Brasil, dio sobre tendencias para el Verano 2009. María, quien recientemente llevó nuevos aires a la revista –luego de formarse en moda en la escuela Saint Martin, trabajar en la productora del organizador del Sao Paulo Fashion Week Paulo Borges, y estudiar en la escuela Santa Marcelina–, clasificó los estilos según las siguientes categorías: “cruces de estilos femeninos y masculinos ‘Boy meets girls’”, el retro –traducido a rescates de siluetas de boudoir años ’30 y también años ’70–, “el furor floral”, que ya anticipó Nicholas Ghesquiere desde las pasarelas de París, el estilo étnico –sarongs y caftanes con estampas del Africa y los turbantes como tocado excluyente– y el “Geek Chic” –léase culto por lo anticuado, con gafas dignas de abuelitas, zapatos ídem combinados con medias tres cuarto y mucho color beige–.

Entre los colores de rigor en los percheros, Prata, quien adhiere al negro –preto– riguroso y predica una modernidad serena y elegante sin exagerar tics ni actitudes de víctima de la moda habituales en ejecutivas con cargos como el suyo, rescata al amarillo intenso, el rojo y el verde colibrí.