Es preciso que llegue el día viernes, es decir, hay que esperar. Para que Venus, la que aportó su nombre para que el suplemento apareciera en su día, se plenifique en una colección de páginas rigurosas, desfachatadas y siempre originales.

La incorporación de un suplemento, que quiere decir “añadir una cosa que falta”, y que a su vez proviene de piere, que significa “llenar”, está lejos de cualquier ingenuidad: de no existir el suplemento, el periódico ostentaría un vacío impropio de un diario como Página/12.

No era cuestión de llenar lo faltante con artículos acerca del hogar, la mujer y el niño, como leíamos cuando yo era una niña. Tampoco habría que dedicarlo a las modas de actualidad. Menos aún a reproducir carnes rozagantes sostenidas por recetas ecológicas, garantizando la salud.

No. Habría que armarlo tomando en cuenta que de no existir estaríamos en falta. Lo cual resultaría inadmisible para quienes sonreímos ante aquella identificación de lo faltante del género. Y cada vez que sonreímos asumimos la picardía, la travesura y la certeza de que la falta está en otra parte. Allí donde nosotras no estamos.

Venus, que tanto supo acerca de ser mujer y ser planeta, nos acoge semanalmente en el regazo fosforescente de lo que no necesita del incendio para brillar. Así, brillantemente, opacando los tejes y manejes del género ilustrado en despotismos cotidianos, el suplemento emerge ante la mirada de los transgéneros, los hombres y las mujeres, inevitablemente venusin@s.

* Licenciada en psicología. Titular del Programa Las Víctimas Contra la Violencia, del Ministerio de Justicia.