De todos los personajes involucrados en el mundo de la prostitución es el cliente quien siempre sale beneficiado por el anonimato, la luz difusa y una serie tácita de justificaciones. Como si aquel que paga por sexo fuera el último eslabón que se suma por inercia a una cadena inexorable. En general son las mujeres, y en especial las mujeres feministas, las que se encargan de hacer los cuestionamientos, los reclamos, las denuncias. Pero, ¿qué piensan los hombres, hipotéticos, futuros o nunca clientes sobre la explotación sexual? Los hombres que participaron de esta nota fueron convocados para dar sus opiniones sobre la prostitución desde sus propias experiencias, así como para contribuir con sus voces a un pronunciamiento contra la trata de mujeres. Algunos han sido clientes y algunos no, pero todos dan sus razones por las cuales no pagarían por sexo. Aun así, la figura del cliente queda, en algunos casos, salvada, disculpada, justificada con razones muy caras a una cultura signada por el machismo. Salvo aquellos que han estado relacionados directamente con las víctimas y sus problemáticas, la mayor parte de los relatos que fueron surgiendo a partir de la consigna “Yo no pago” sin dudas están lejos de contribuir a un discurso contra la trata, pero ofrecen un interesante panorama de cómo se manifiesta el sentido común aun a la hora de pronunciarse sobre el tema.

Informe: Luciana Peker