› Por Sebastian Cinquerrui *
El Preámbulo de la “Convención sobre la Represión de la Trata de Personas y de la Explotación de la Prostitución Ajena”, adoptada por Naciones Unidas en 1949, comienza con la siguiente frase: “La prostitución y el mal que la acompaña, la trata de personas, son incompatibles con la dignidad y el valor de la persona humana”. Nuestras sociedades naturalizan la prostitución. Y ello no es casual, porque remite al mismo mecanismo social que naturaliza la pobreza: la perpetuación de un statu quo. Definir la prostitución como “el trabajo más antiguo del mundo” o concebir que “siempre hubo pobres”, implica, en el fondo, la misma cosa: naturalizar una situación de dominación basada en la vulnerabilidad del otro. Consumir prostitución implica fomentar las redes de trata; es incentivar a los grandes comerciantes de la esclavitud moderna para que sigan secuestrando y esclavizando mujeres.
* Sociólogo y diputado de la provincia de Buenos Aires de la Coalición Cívica.
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