Viernes, 21 de mayo de 2010 | Hoy
MONDO FISHION
Por Victoria Lescano
“Etapa Blind Head Master. Traigan, patines, bicicletas o rollers, se suspende por lluvia”, fueron algunas de las enunciaciones del volante que invitaba el domingo 16 al Parque Thays a la hora de la siesta. Ese convite ilustró un caso de moda espontánea y festiva que marcó el regreso a la moda de Manuel Brandazza a la escena local, luego de radicarse en Río de Janeiro entre 2006 y 2009 y tras la disolución de la firma Brandazza de Aduriz (un dúo que innovó pasarelas de comienzos de 2000 por sus cruces con el arte y la mirada en la pista de baile y tuvo un local en Diseñadores del Bajo y otro en Palermo). Quienes a las 3 pm del domingo nos sentamos al sol y en los bancos de plaza, con abrigo de rigor y elevando plegarias al sol, esperamos media hora y ninguna señal de Manuel ni de su Maestro Ciego, ni de las siluetas diamantinas anunciadas. Sí, vimos arribar escaso público en bicicletas. Pero a las 3.30 apareció una comparsa de lo más elegante, una bebé modelo de ocho meses en brazos de su papá –el artista Diego Bianchi– artistas, escritores, arquitectos, modelos reales y amateurs entre los que descollaba una mujer de 89 años con vestido a rayas sin mangas y sin siquiera tiritar. Se trataba de Lorenza Cancela –alias Tita–, la abuela del diseñador a quien él en su particular argot llama Titulicious. Y cuyo mantra de guerra consiste en afirmar una y otra vez: “Estoy bárbara, no me duele nada y eso que tengo 89”, fundamenta Manuel que fue ella quien le pidió modelar sus prendas: “Es mi compañera de tardes en Rosario cuando estoy en el taller que por ahora está armado en el quincho de la familia. Ella, mi madre y mis 6 hermanas fueron las modelos de prueba de toda la ropa, de mujer y yo el referente para la ropa de hombre”. Continúa Manuel sobre el entramado de la peculiar presentación de moda: “El desfile nació casi de casualidad, no tenía la intención de presentar esta colección hasta que hice las fotos de campaña que fueron pensadas como un ensayo. Pero el arengue de mis amigos al ver lo que estaba haciendo me decidió a armar esta pequeña reunión. La dificultad fue lograr que se levantaran temprano un domingo, me disculpo ante quienes esperaron bajo el frío. Destaco como disparador del modus operandi, un día reciente en que me crucé con Ana Manghi –diseñadora de objetos y piezas en vidrio– y ella iba con su súper –archicopada– bicicleta roja comprada en Tokio y ahí se me ocurrió esto de salir de paseo sobre ruedas. Finalmente fueron muchos los que acompañaron en bici. Considero que un papá llevando a su bebé fue uno de los puntos más altos de la reunión. “En mi reciente estadía en Río de Janeiro –donde fue diseñador de trajes de una comparsa y también instructor de yoga– mi cotidiano era muy diurno, y todos los días bicicleteaba o rolleaba por la costanera de Copacabana e Ipanema, y quise traer un poco de esas mañanas cariocas, de aire puro y salud, pero con purpurina, tacos y prendas brillantes.”
La colección es muy ecléctica, quería tener un poquito de todo lo que me gusta, prendas que remitan a Jean Paul Gaultier, a Madonna en 1990, a los club kids, a disco 2000, a las dragas, al Sado. Viajes a Oriente. Me pareció fundamental incoporar la figura de un maestro que se relaciona con el otro desde el corazón, sin distinguir si sos negro o blanco, gay o hetero, mujer u hombre, pobre o rico. Hay algunas que remiten directamente a Afrodita: el catsuit azul con las bufandas rojas blancas y negras, que realzan los hombros, y el pecho. Lleno de recortes, simétricos y diamantinos, inspirados en geometría sagrada más los estampados de triángulos, en diferentes colores y tamaños, formando mandalas. Las calzas con rodilleras, los vestidos con dibujos de bustos en forma de mandala, a lo Madonna en “Blonde Ambition Tour”. Quiero llegar a prendas que remitan a las danzas sagradas. A modelos que oficien de chico chica, como Jackie, un artista plástico y performer, quien llevaba el traje sado de elásticos, como un arnés negro. Como Shiva, es todo junto: chico chica travesti mujer hombre. También destaco mi pasión por las mini capas de súper héroes para niños, las hice para los hijos de mis amigos, que crecieron y ahora son padres..
El yoga me conectó con el cuerpo, me puso más instintivo e intuitivo y me acercó al sportswear, porque mis prendas sí o sí tienen que ser confortables y elásticas. Al probarlas en mis amigas, les sugerí que bailaran, se movieran, abrieran las piernas, se tirasen al piso y luego me dijeran dónde les molestaba. Porque quiero que desaparezca cualquier tipo de opresión sobre la vestimenta. Lo mío es ropa que funciona muy bien de día y en una pista de baile, un campamento, en un viaje al Tigre y en cualquier ciudad del planeta. Me alejé de la estética de fiesta paqueta, que había incorporado en matices de mi firma anterior. Me alejo del shantung de seda natural, de la organza cristal y la onda boutiquera. También de los alfileres que fueron un hit en algunos de los trajes que se vieron en Baf Week y en Malba Moda, pues no quiero nada que pinche y no me deje abrazar fuerte a mis amigos. La silueta se ablandó, ahora se adapta al cuerpo de cada uno y muchas prendas pasan a ser unisex. Quiero investigar cómo una misma prenda funciona en un hombre y una mujer de distintas edades y cuerpos. Quiero una moda democrática y también federal. Seriamente considero presentar la ropa en otras ciudades, la próxima será Rosario. Y circular en un autobús boutique por distintas ciudades llamado “Brandazza motor home”.
Finalmente sobre el ritual de vestir a una escola do samba, que experimentó en Brasil resume Manuel: “Cada galpón tiene tres pisos y fue una iniciación total a la producción de fantasías. Yo no diseñaba nada, debía llevar esos bocetos a la realidad. Ese año la temática de Viradouro, la escola donde trabajé, era Bahía, entonces construimos santos negros, sirenas, langostas marinas, iemanyás con millones de piedras o plumas y debíamos presentar los conjuntos a la comunidad de la escola en el galpón que está ubicado en su barrio. Luego ellos decidían si estaba bien, con una ovación o un rechazo total. Matices de ese ritual festivo emergieron en la frente al Botero del parque Thays. La procesión siguió hasta la flor high tech, allí hubo un concierto de Aldo Benítez. Finalmente, todos escaparon al frío para reunirse en una casa, con cafè con leche y pista de baile.
Para dar con las piezas de la colección remeras desde 90 a 230, buzos a 350 , vestidos desde 250 pantalones desde 190 remitirse al blog Brandazza.blogspot.com
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