Viernes, 5 de noviembre de 2010 | Hoy
MONDO FISHION
Por Victoria Lescano
La historia del peinado es rica en extravagancias. Así como a fines del siglo XVIII estuvieron de moda las torres de pelo y muchas princesas ataron su cabellera a los barrotes de jaulas, el modismo de los peinados teatrales admitió cabezas tuneadas con figuras de loros, mariposas, muñecas y figuras de bebés.
María Antonieta fue fan de los peinados ampulosos y decorados como los postres de Versailles y –tal como documenta el film de Sofia Coppola referido a su figura– usó una peluca ensamblada a una reproducción del barco más lujoso de la flota francesa: la Fragata La Junon.
Circa 1850 estuvieron en boga las artesanías capilares: aro, cruces y cadenas para relojes tejidos con pelo humano y de caballo. En el colmo de esa moda se exhibió un juego de té realizado con materiales capilares. Salto a 1910 y la biografía de un peluquero polaco llamado Antoine –quien acostumbraba vestirse con levitas de satén blanco y dormía en un féretro de cristal–, a quien se le adjudica la realización del primer corte “bob” para que la actriz Eva Lavallière pareciera más joven durante sus actuaciones en la Comedia Francesa.
La escena europea actual y la prensa celebran a un nuevo creador de peinados: Charlie Lemindu. Tiene apenas 23 años, nació en Bordeaux y su perfil conjuga varias facetas: clubber, hacedor de pelucas, vestidos y accesorios con pelo a las que define como piezas de “haute coiffure”.
Sus actuales creaciones con pelo y canecalón son adquiridas y celebradas tanto por la escena musical como la de la moda. Junto a Peaches inició un tour por Berlín y aprovechó la ocasión para abrir una peluquería itinerante que además funcionó como pista de baile. Lady Gaga usó una falda de pelo rosa y también un tocado con forma de labios –un gag prestado del surrealismo, piensen en las creaciones del dúo Dalí-Schiaparelli– que recorrió las galerías de estilos de las revistas de moda más influyentes, los blogs y además se instauró en certámenes de moda arty.
Para apreciar unos y otros vale remitirse al sitio www.char lielemindu.com
Allí hay dibujos y sonidos de secadores y de tijeras retro, se documentan sus creaciones para moda y rock y un fanzine propio. Además se anuncia cuál será su próximo happening en alguna ciudad europea y se divulga el listado de precios para acceder a sus extravagantes peinados y cortes.
El diseñador de haute coiffure ya participó de las pasarelas del London Fashion Week con pelucas que ofician de tocado y de vestido todo en uno y construcciones que emularon torres Eiffel para vestir. En su última colección para el inminente invierno europeo, pregonó una procesión de mujeres ataviadas con lencería fetichista en negro, capelinas y tocados de pelo al tono coronados por cruces de strass.
Si bien su CV admite estudios formales con Vidal Sassoon, el peluquero más emblemático del Swingin London y a quien Mary Quant le encomendó un corte de pelo como correlato de sus minifaldas, su tono es claramente más barroco.
Así como Sasson admitió que su estilo respondió a las nuevas necesidades de la vida moderna (“Me harté de que las clientas se vieran mucho mejor al llegar a la peluquería que al salir, con ridículos artificios. Ideé un corte que las mujeres tuvieran que hacerse cada mes y medio pero que pudieran peinarlos en sus hogares, con cepillo y secador” enunció en los sixties) los artificios peluqueros de Lemindu piden a gritos otra dedicación y se burlan de cualquier aproximación a la practicidad.
Entre su galería de influencias manifiesta al cine de John Waters y de David Lynch (“me inspiro en las señoronas ricas y en el estilo francés” le dijo recientemente a la revista española Vanidad). Sus peluquitas y peinados devenidos traje ya fueron elogiados por las revistas y bloggers que celebran modismos rara avis, y vistieron a las músicas de B52’s en su regreso a los escenarios.
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