Viernes, 20 de mayo de 2011 | Hoy
EL MEGáFONO)))
Por Ana Luz Abramovich
Parir es hermoso. O debería serlo. No se trata de que sea “heroico”, sin anestesia. Ni de que sea en la casa. Ni parada o sentada. Ni con música. Ni sin dolor y puro goce. Ni con o sin fórceps o cesárea necesaria. Se trata de que sea como cada mujer pueda y quiera. Y para eso se necesita que las mujeres podamos elegir. Hay tantas experiencias de nacimientos distintos, como mujeres embarazadas.
Conozco cinco casos de mujeres con las que compartí parte del embarazo y con las que comparto también la prestadora de servicios de salud. Una decidió hacer el trabajo de parto en su casa y luego ir a la clínica, recibir peridural y parir. Otra decidió lo mismo y, sin embargo, no pudo concretarlo porque su bebé llegó rapidísimo, sin darles tiempo de salir. En mi caso, con mi pareja, habíamos decidido que nuestro hijo naciera en casa y tuvimos que ir a la clínica, donde usaron fórceps, por la forma en que el bebé se había encajado. Otra de las mujeres tenía abierta la opción de parir en su casa o en una clínica y tomó la decisión una hora antes de que su hijo finalmente naciera. La última tuvo una cesárea porque las condiciones de su embarazo lo requerían.
Todas nosotras elegimos, decidimos sobre nuestro parto. Un parto no es un momento más. Es mágico, lleno de amor, sagrado, sexual, poderoso, según las creencias y paradigmas en que cada una esté dispuesta a moverse. Poder decidir sobre lo que una quiere para este momento implica contar con la información necesaria acerca de las posibilidades que existen, las intervenciones que resultan necesarias, las que no, los riesgos que se corren, las cuestiones que no constituyen riesgos. Esta información puede circular y transmitirse entre mujeres, pero también resulta fundamental la que viene de parte de los equipos de médicos, parteras y doulas dispuestos/as a compartir sus saberes. Estos equipos también son esenciales para acompañarnos en el trabajo de parto y en el momento de parir. La posibilidad de que las mujeres seamos protagonistas en nuestros partos se da cuando encontramos grupos de profesionales abiertos, respetuosos y capaces de admitir sus propios temores. Pero no abundan. Existen grupos como estos que trabajan en los hospitales públicos, y otros, que lo hacen en el ámbito privado, cobrando sus honorarios particulares.
Las cinco mujeres de las que conté las diferentes experiencias tuvimos la posibilidad de encontrar y seleccionar equipos de este tipo durante nuestro embarazo. Todas fuimos activas protagonistas en el nacimiento de nuestros hijos, en esta diversidad de experiencias. Sin embargo, OSDE Binario, nuestra común prestadora de servicios de salud, se negó a realizar los reintegros de los honorarios profesionales de aquellos partos que fueron en casa de las propias mujeres. Esto va en contra de sus normas de reintegros enunciadas en su cartilla médica, pero –básicamente– desconoce una de las opciones por la que podemos optar para parir.
En el marco de la poca disponibilidad de equipos médicos de estas características es una clara señal en contra de nuestra posibilidad de elegir y decidir, de volvernos protagonistas. No se trata de una inocua violación de nuestros derechos como consumidoras. Se trata de un sutil ataque a nuestros derechos como mujeres.
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