Viernes, 20 de mayo de 2011 | Hoy
PERFILES > MARíA EUGENIA VIDAL
Por Luciana Peker
María Eugenia Vidal no asumió su cargo cuando la nombraron. No se asusten. Es de la camada de la nueva política. Tiene tan solo 36 años. No falta. Sólo que estaba de licencia por maternidad. Cuando terminó de acunar agarró la posta del Ministerio de Desarrollo Social porteño. No se sabe con quién dejo a su bebé. Pero en 2008 empezó su gestión. Mientras ella aprendía a tapar enchufes, dar papillas, hacer masa y a conocerse la letra del sapo pepe –suponemos, como perfil de mujer ejemplar– tuvieron que pasar muchas velitas de su retoño y muchas instancias judiciales para que su firma sellara un acuerdo –por un amparo promovido, desde 2006, por la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia– ante el Superior Tribunal de Justicia de la Ciudad de Buenos Aires para que todas las mamás puedan dejar a sus hijos/as como ella hizo cuando empezó a ser ministra de Desarrollo Social.
En el dictamen, del 15 de febrero del 2011, ella se comprometió, con su firma, a realizar jardines maternales para que los 6000 chicos, chicas y bebés de la Ciudad de Buenos Aires sin vacantes en el nivel inicial –y 6000 mujeres desesperadas por volver a trabajar– puedan ser bienvenidos en una sala con cuidados acordes con su desarrollo evolutivo. Sin embargo, hasta que la Justicia no la obligó, no lo hizo.
Y, además de su buena voluntad (o la de su lapicera) no se sabe, todavía, si va a estar el presupuesto para la construcción de los espacios para la primera infancia. Y, para colmo, desde los gremios docentes se quejan de que, en vez de apostar a la estimulación temprana, derivó en fundaciones de tipo asistenciales el cuidado de bebes y niños/as sin orientación educativa ni estimulación temprana.
“Es una dama de beneficencia aggiornada”, dispara la diputada porteña María José Lubertino. Y detalla: “Es la nueva cara amable de la desigualdad. Pero no hay manera de ocultar el desastre de sus políticas sociales: el desguace del Consejo de Niños, Niñas y Adolescentes, la falta de atención en adicciones, la persecución a personas en situación de calle”. “Es una buena alumna del Grupo Sophia, que puede pensar la política social para el Banco Mundial o Palito Ortega, igual da”, le regala otra legisladora, Gabriela Cerrutti.
La dama digna (de críticas) es María Eugenia Vidal: la elegida. En el tironeo por ser candidato a presidente de la Nación o jefe de Gobierno, Mauricio Macri eligió quedarse en la Ciudad y en el tironeo entre Gabriela Michetti y Horacio Rodríguez Larreta, Macri sacó una carta sorpresa: María Eugenia Vidal. Rubia, joven y hasta hacendosa. Pero no es que no hizo nada ni que hizo mucho. Ya tiene experiencia en gestión. Y, para la oposición, esa presentación no le juega a favor.
El senador Daniel Filmus (precandidato del Frente para la Victoria a la Jefatura de Gobierno porteño) critica la decisión de Macri por ser pura facha: “El macrismo desarmó las políticas para las mujeres, pero pone a una mujer como candidata para mostrar que está preocupado por las mujeres. También quiere mostrar que está preocupado por la política social y pone a una ministra de Desarrollo Social que no hizo nada por el desarrollo social”.
La diputada María Elena Naddeo, ex directora del Consejo de Niñas, Niños y Adolescentes, enmarca: “Con el presupuesto más alto de su historia, el Gobierno de la Ciudad redujo las prestaciones para la franja más vulnerable sin generar nuevas instancias de atención para las familias y personas en situación de calle”.
Las críticas no son sólo del kirchnerismo. La diputada Diana Maffía (de la Coalición Cívica) puntualiza: “La elección de María Eugenia Vidal, como compañera de fórmula de Mauricio Macri, da sentido final a la falta de políticas integrales de atención que sistemáticamente le hemos reprochado al Ministerio de Desarrollo Social a su cargo. Se ha construido una clientela social aunque, descaradamente, la ministra afirme lo contrario. Un párrafo aparte merece la política de vivienda, si es que podemos hablar de tal política: desalojos sin recaudos para la infancia, subsidios para acallar conflictos sin análisis de equidad de la demanda, cero construcción de vivienda social”, puntualiza Maffía. Y sintetiza la otra cara de una rubia bonita que acepta el lugar de segunda: “Un rostro de mujer para una política de crueldad”.
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