Viernes, 11 de noviembre de 2011 | Hoy
CAMPAñAS
El preservativo femenino existe, es igual de efectivo que el masculino como método de barrera para evitar enfermedades de transmisión sexual y embarazos; pero tiene una ventaja extra: las mujeres no tienen necesidad de negociar su uso. Haciendo foco en esta posibilidad de autonomía, una campaña busca alentar su fabricación y distribución.
Por Luciana Peker
El uso de preservativo es una de las indicaciones en salud sexual más taxativa. También su uso es cada vez más habitual. Pero sigue siendo una pregunta, especialmente para las mujeres, que no saben si su compañero (ocasional o habitual) va a colocárselo, va a sacarlo, va a tener o si ella va a tener que pedir, preguntar, poner o, incluso, negarse a hacer lo que más ganas hay de hacer si el varón no quiere hacer eso tan invisible como imprescindible que es utilizar el preservativo.
Por eso, la posibilidad de difundir y relanzar el preservativo femenino (que en la Argentina tuvo una aparición fallida hace más de una década por caro, incómodo y poco comercializado) se vuelve una alternativa aggiornada, pero todavía muy poco utilizada y menos conocida. Con el fin de que se use y que su colocación no entre en el manual de la corrección sexual sino en el juego, se lanzó a nivel global la campaña “Paper Dolls” –impulsada por la alianza holandesa del programa conjunto de acceso universal al preservativo femenino– en doce países de Latinoamérica, Africa, Asia y Europa, que intenta mostrar que la barrera puede ser una buena opción.
Hasta ahora, en cambio, apenas el uno por ciento de los preservativos difundidos en el mundo son femeninos y el 99 por ciento, masculinos. Es cierto que el condón puso en el cuerpo del varón (que pone el cuerpo en las otras formas de cuidado para el goce, pero no para la responsabilidad) la investidura de la prevención de embarazos no buscados y de contagios de VIH y enfermedades de transmisión sexual que antes sólo se metía, ingería, inyectaba u otras responsabilidades en el cuerpo femenino. El uso de un método que genera mayor trabajo en los hombres es una posibilidad de equilibrar el placer con el hacer. Pero, también, muchas veces, es dejar en ese silencio apabullante de dudas, de interferencias, de temores –o de rechazos– la decisión autónoma de aullar y de cuidarse de adolescentes, jóvenes y adultas.
En la Argentina, la iniciativa la lleva adelante la Fundación de Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM). Pero no se trata de decir que es un buen ensayo de laboratorio sino de intentar que se pueda imponer entre las variables que garantizan el derecho al placer. Para eso, acá y en el mundo, se reclama a los gobiernos y a los fabricantes que promuevan la demanda de esta otra alternativa de doble cuidado.
¿Cuáles serían las ventajas del preservativo femenino? Ofrece protección contra el embarazo y las infecciones de transmisión sexual, se puede colocar antes de iniciar la relación sexual, no es necesario cortar los mimos previos, es mejor para los varones a los que les cuesta llegar o mantener una erección y a la mujer le da mayor poder de negociación para un sexo seguro.
“En la Argentina no se comercializan y el sistema público de salud tampoco los distribuye, aunque está obligado a proveer todos los métodos anticonceptivos aprobados para que sean las personas las que elijan cuál prefieren y se ajustan a sus necesidades”, resalta FEIM. Aunque no es que haya una ausencia del Estado sino que el preservativo femenino está ausente de la oferta masiva, a nivel privado y público. No existe en las farmacias, ni en el imaginario.
También es imprescindible reducir el precio (ya que actualmente cada cajita de tres unidades cuesta entre 3 y 4 dólares), por lo que –según las variables de la moneda norteamericana– una noche gozosamente agitada puede costar casi 50 pesos. ¿Sólo una noche? El costo es demasiado elevado como para esperar que se difunda entre la población o que esté al acceso de la cartera de la dama.
En el marco de esta campaña, FEIM realizó talleres en dos centros de salud en Tigre y San Telmo, en un colegio secundario público porteño y en un festival de estudiantes en Morón. Los y las jóvenes escribieron sus comentarios –en su mayoría con ganas de poder probar de qué se trata y decidir si les gusta o lo descartan– sobre esta innovadora transparencia en 81 muñecas que forman parte de muchas otras que no intentan ser modelo de nada sino un nuevo molde para el placer. Y que si él no quiere usar preservativo, ella diga “ok”. Pero no con resignación o riesgo sino con resolución: “Yo me pongo el mío”.
Más información: www.condoms4all.org
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