Viernes, 11 de noviembre de 2011 | Hoy
PANTALLA PLANA
Suburgatory, la nueva serie de Warner, se burla con implacable agudeza de ese modo de vida blanco y prolijo que se supone habita las casas de los suburbios estadounidenses, remedo de los más criollos barrios privados.
Por Moira Soto
¿Qué era lo peor que le podía pasar a la ultracitadina Tessa, de agridulces 16? Pues que su papá George Altman (encantador Jeremy Sisto), divorciado y a cargo de la niña, se mudara a Chatswin, a 50 kilómetros de NY City, en pos –cree él ingenuamente– de una vida más sana en todo sentido. Tessa, ejemplar oriundo de Manhattan, se siente totalmente desubicada, en cautiverio casi, entre casas prolijas rodeadas de jardines ídem, habitadas por seres de aspecto y conductas insoportables para la adolescente, y también para su padre. Ambos descubren, no sin una cuota de espanto, un sonido nuevo: el silencio. Y nada más llegar a su nueva morada, sufren el asedio imparable de una vecina demasiado sociable que quiere invitarlos a cenar en su casa, ignorando la resistencia de George (“Deberías tratar de chocarla con tu coche”, le insinúa Tessa, quien también huye de la persecución).
Desde luego que la sátira al modo de vida suburbano en barrios residenciales no es novedad, ni en la tele ni en el cine norteamericanos: numerosas producciones se encargaron de tirar abajo la imagen impoluta de jefa de hogar onda Doris Day detrás de la icónica empalizada. En años recientes, las señoras no tan aseñoradas de Wisteria (Amas de casa desesperadas) y la viuda puesta a intermediaria de marihuana para salir de deudas dejadas por su finado marido (Weeds) demostraron que el paisaje suburbano no tenía nada de idílico más allá del blancor de sus fachadas. De hecho, esta sitcom que ya va por su segundo capítulo se titula Suburgatory, es decir, una contracción de suburbio y purgatorio. Este último, el lugar adonde, según la invención católica, van las almas a purgar sus pecados veniales antes de acceder al reino de los cielos. Y Tessa, para susto de su papá –con quien mantiene, empero, cariñosa complicidad–, estuvo cometiendo alguna falta contra el sexto mandamiento en Manhattan...
Pero este purgatorio lo padece también George al ir descubriendo que la buena convivencia en Chatswin tiene sus reglas estrictas, aunque no escritas, y que es prácticamente imposible cortarse solo o declararse en rebeldía. Muy pronto, por ejemplo, se entera de que debe ofrecer una barbacoa para ser aceptado, junto con su hija, en el barrio. Y más tarde ha de saber que la decoración de Halloween tiene que ser consultada con sus vecinos/as, que prefieren no asustar a los niños, y asimismo elegir una temática uniforme para todo el mundo. De manera que el sesgo gore ideado por George y Tessa (él ya había colocado su propia tumba sobre el césped, con la graciosa leyenda “Rest in Peaces”, e instalado una guillotina tamaño natural...) es reprobado. Una situación enojosa cuyo desenlace se conocerá en el capítulo 4.
La adaptación de Tessa a la nueva escuela secundaria se hace cada vez más ardua, con esas chicas relookeadas, algunas ya botoxeadas. Y un consultor de problemas (maravilloso Rex Lee) que no termina de entender los planteos de la jovencita trasplantada a tierras tan extrañas para ella. Los/as fans de la serie Weeds sin duda apreciaron un buen chiste en el primer episodio (igualmente gracioso per se, y con una explicación posterior): en el baño del colegio, las chicas malas y tontas maltratan a una compañera, Lisa, sapo de otro pozo, salta a la vista. Tessa la ve sola, llorando frente al espejo y se acerca para confortarla. La plañidera salta: “¡No te acerques, lesbiana!”. El guiño es que el rol de Lisa (de cierto peso más adelante) lo interpreta Allie Grant, la misma que en Weeds hacía de la hija de Elizabeth Perkins, una adolescentita que proclamaba que quería ser lesbiana, para fastidio de su madre. En Suburgatory, su progenitora es la vecina cargosa que invita, Sheila, actuada por la siempre excelente Ana Gesteyer (en tren de relacionar series, la novia de Larry David en la temporada que acaba de cerrar de Curb your Enthusiasm, con un desopilante episodio donde él advierte que el nene de 7 años de ella es gay, le regala una maquinita de coser para el cumple y el crío avisa que se va a hacer vestuarios de sus musicales favoritos).
Aparte de su humor –de a ratos cínico, pero nunca vitriólico– para retratar la fauna de este suburbio y los choques culturales con los recién llegados, Suburgatory ofrece un elenco certeramente seleccionado, con varias figuras que vienen de otras series como –aparte de las ya mencionadas– la deliciosamente fresca y plena de matices Jane Levy (de la versión americana de Shameless), encarnando a la protagonista, o la desopilante Cheryl Hines (Curb...) en el rol de Dallas, una Barbie madura de rubísimo pelo batido, sonrisa freezada y ropa rosa bombón. Seguramente esta sitcom creada y producida por Emily Kapnek no pretende demoler los cimientos de Chatswin, pero pone desenfadadamente al descubierto su estilo prefabricado de rasgos a menudo hipócritas, necios, ridículos, con diálogos siempre acerados y a veces con una sugestiva tonalidad surreal en las imágenes.
* Suburgatory, los lunes a las 20.30 por Warner. Repeticiones: miércoles a las 20.30, sábados a las 11.30 y domingos a las 12.30.
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