Viernes, 11 de noviembre de 2011 | Hoy
EL MEGáFONO)))
Por Mariana Dapiano*
Una mañana, paredes, cortinas y muebles estaban siendo intervenidos por Ana, que, con menos de dos años, sonreía satisfecha, pasteles de colores en mano. Este fue el punto de partida de una colección –Garabatos de Hilos, parte dos– inspirada en garabatos y primeras líneas que más que provocar fastidio me transportaron a un mundo de lanas, hilos y curvas espontáneas con las que se diseñaron los textiles. Ver plasmados en jacquares y bordados en lana los dibujos de mi hija son la mejor definición de mi vida en este momento después de diez años como diseñadora.
La colección que mantiene la silueta orgánica y desestructurada, pero cuya construcción sigue la investigación con relación a la sustentabilidad, partiendo de molderías geométricas y apuntando al desperdicio cero en el proceso de corte y, por eso, las prendas se pliegan.
Pero no se trata sólo que las prendas se plieguen sino que también los cuerpos de las mujeres no tengan que estar uniformados para sentirse en una prenda sino que cada una pueda encontrar un diseño que la represente y con el que se sienta identificada. No debería existir la barrera del tamaño. No necesariamente todos los artículos tienen que estar pensados para satisfacer a todas las mujeres: hay tipologías que por más que se hagan en muchos talles no funcionan en determinados cuerpos y otras que, por su concepción desde el diseño, sí se adaptan. La búsqueda pasa porque todas las mujeres que se sienten identificadas con la propuesta encuentren muchas opciones.
Con ese concepto, en el local se organizan desfiles en los que las modelos son mujeres reales, y ahí realmente vemos cómo todas son muy diferentes, escogen equipos sugeridos que las representen y reflejen su estilo y, además de verse todas y cada una diferentes, no hay ninguna que no encuentra algo que sea para ella.
El diseño de autor aporta una mirada nueva y creadora a la indumentaria. Pero también maduró y dejó de mirar sólo su necesidad de expresión y empezó a entender que hay que compartirlo con sus usuarios/as y el entorno. Por eso, sin el peso de la venta industrial se pueden ofrecer opciones para que cada mujer encuentre su estilo y lo potencie.
Si las imágenes de las mujeres que se reflejan en los medios no estuviesen bajo el filtro del retoque digital, menos mujeres perderían sus rasgos con retoques físicos y muchas menos se frustrarían por intentar compararse con imágenes ficticias e imposibles en su gran mayoría. Sin embargo, insistir en impulsar leyes para controlar a las marcas y los tamaños de sus prendas es sólo mirar una parte del problema. En realidad se deberían regular, en tal caso, las diferencias que existen entre lo que capta la cámara de un fotógrafo y lo que se publica después con el objetivo de que las mujeres puedan sentirse sofisticadas, relajadas y seguras de sí mismas.
* Diseñadora de moda.
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