Viernes, 18 de noviembre de 2011 | Hoy
RESISTENCIAS
Aprender a valorarse y quererse, repensar/se como mujeres y sentirse libres, conocer sus derechos y luchar por ellos, contar sus vivencias, compartir el camino. Todo esto sucede en la escuela de género de la Fundación Che Pibe, de Villa Fiorito, Lomas de Zamora. Una vez por semana, mujeres del barrio, madres y abuelas, militantes de diferentes organizaciones y trabajadoras se encuentran para hablar sobre ellas, su rol en el pasado y en el presente, sus luchas cotidianas, ahora colectivas.
Por Elisabet Contrera
El nombre completo es Escuela de Promotoras Sociales con perspectiva de género y el punto de encuentro es la Fundación, ubicada en Milán 2348, a pocos metros del Riachuelo. Las/12 participó de una clase para conocer a las impulsoras del proyecto y a sus “alumnas”. La jornada comenzó casi puntual y se desarrolló en una de las salas del jardín de infantes, decorada especialmente con fotos e imágenes que retrataban la lucha de las mujeres por sus derechos.
Se repartieron dos juegos de mate, un bizcochuelo casero y un paquete de bizcochitos. Antes de arrancar, Norma Aguirre, una de las capacitadoras, puso sobre la mesa algunos libros para compartir entre las compañeras. Eran pocos, pero variados: uno sobre feminismo y marxismo escrito por Fanny Edelman, dos de cuentos y otro sobre erotismo. También regaló a cada una de las asistentes un CD con música de género. “Es importante pensar sobre nosotras con música que hable de nosotras”, explicó Mariana Correa, la otra impulsora del proyecto.
Las coordinadoras hicieron un repaso de los temas abordados en la escuela desde su apertura, el 6 de agosto pasado. En los papeles tiene un programa con temas, tiempos y ejercicios, pero en la práctica los plazos van al ritmo de las historias personales, de las urgencias y necesidades de las integrantes de contar, escuchar y ser escuchadas. Esa jornada comenzará con cuidado integral de la salud y seguirá con el papel de las mujeres en la historia. En el proceso surgirá el problema de la violencia obstétrica y habrá tiempo también para plantar postura acerca del aborto.
Mientras llegaban participantes y la ronda se ampliaba, Norma dio el puntapié inicial para empezar a charlar acerca de la salud, recordando anécdotas comunes de mujeres que no se cuidan. “Una se abandona, se posterga. Siempre hay alguien más importante. No nos tomamos el tiempo ni para el baño y si hay un enfermo en la familia nos abandonamos completamente”, opinó.
La siguiente en hablar fue Marisa, que trabaja como cuidadora en el jardín de infantes Che Pibe. Tiene tres turnos (en el nocturno cuidan de los hijos/as de los/as cartoneros/as) y asisten más de 200 chicos/as por día. “Ayer hice doble turno, me levanté al otro día y me dolía todo. No me quedé en la cama para descansar, tomé algo para el dolor y seguí trabajando”, relató a modo de ejemplo de las cosas para cambiar. De ese testimonio se saltó a otro sobre la maternidad y la exigencia de estar bien para el bebé. “Yo estuve mal después de parir a mi hijo. Tuve dolores por 15 días y mi familia me decía que era una vaga, que todo era porque era primeriza, se quejaban porque no podía cuidar a mi hijo”, recordó Paula, de poco más de 30.
Para el primer ejercicio de la clase, Norma sacó del bolso una Barbie de su nieta Camila. Su particularidad es que no tiene cabeza. La consigna fue pensar qué cosas les gustaría que tuviera en la cabeza. La muñeca fue pasando de mano en mano y generando ideas, reflexiones y sentimientos de cada una de las mujeres. “Que sepa quererse, valorarse”, dijo Mirta, acompañada de su nieta Sol. “Que sienta amor hacia ella, que se respete”, agregó Paula. “Que cuide su salud”, propuso Marisa. “Que encuentre el equilibrio, fuerza tiene siempre”, soltó Carina. “Que sea capaz de pararse sobre esos pies y se respete, no debe ser fácil con ese cuerpo”, dijo Adela. “Que tenga libertad y ayude a otras mujeres frente a las injusticias”, remarcó Elena.
El repaso continuó hablando sobre el papel de las mujeres en la historia y su ausencia en los libros. Allí, las “alumnas” recordaron a figuras como Juana Azurduy y Cecilia Grierson. En ese momento, Sergio Val, referente de Che Pibe y único varón presente en la sala, pidió la palabra para decirles que la lucha por terminar las condiciones de vulnerabilidad debía hacerse a la par de los hombres.
Su intervención puso a prueba a las mujeres de la escuela y les sirvió para defender su espacio y explicar por qué es importante para ellas. “Hay mujeres que piensan que las cosas son así, tienen muchas cosas naturalizadas. Es un proceso que debemos pasar para reafirmarnos y luego podremos reflexionar con el otro género”, le explicó Nélida. “Tiene que ver con lo que queremos, con conocer nuestra historia, es un hecho político”, agregó Norma. “No venimos a atacar al hombre, sino a reivindicarnos, saber que tenemos derechos, que podemos involucrarnos, ayudarnos a nosotras mismas y a las otras mujeres”, remarcó Silvia.
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