Viernes, 18 de noviembre de 2011 | Hoy
ESCENAS
La boticaria narra el tedio de una mujer sola bajo el mando de la dramaturga y directora Verónica McLoughlin, sobre un cuento de Antón Chejov. El arte de que todo pase bajo el río de la abulia y la indiferencia.
Por Sonia Jaroslavsky
Verónica McLoughlin es actriz, docente de teatro, dramaturga y directora. Viene a paso firme y a fuerza de trabajo haciéndose un lugar en este campo teatral porteño. Allá lejos y hace tiempo codirigía a los actores de la bella Criaturas del aire, de Lucía Laragione, en la dirección de Luciano Cáceres. Además de dirigir, a Verónica se la puede ver actuando junto a Leonardo Saggese en Blanco después, de Nicolás Bolívar, y el año que viene junto a Juliana Muras, estrenarán la obra Una mujer que no duerme, que escribieron juntas basada en textos de Clarice Lispector.
Del semillero de alumnos de las clases de dramaturgia de Marcelo Bertuccio es que surgió un mundo singular y original que vuelca en sus obras (Voto de silencio, Pica pica bajada de cordón) y que después las lleva a escena. Este es el caso también de La boticaria, su último texto y espectáculo, inspirado en un cuento de Antón Chejov.
Vamos a la adaptación del cuento del reconocido Chejov. El primer objetivo fue el de transformarlo en texto dramático. El segundo, que el relato pueda ser actuado, y el tercero, que la situación descripta, suceda. Objetivos cumplidos por cierto. La adaptación incluye además, un cambio geográfico y de época. El cuento transcurre en Rusia, hace muchos años... La boticaria sucede en un pueblo de provincias, en una época más actual: los soldados del cuento se transforman en técnicos de cine que viajan al pueblo a filmar una película. Verónica McLoughlin relata que quiso mantener ese espíritu de cuento, y por eso la obra tiene momentos en los que los actores describen el espacio, en oscuridad. Sus voces nos cuentan, nos hacen imaginar un lugar, al igual que un cuento cuando es leído en voz alta y escuchado por otros.
Para Verónica, Chejov es un autor que no dice, que oculta, que sugiere: sutil e íntimo. Tanto en Voto de silencio, su espectáculo anterior, como en La boticaria vuelve el tema de la soledad de la mujer en un espacio lejos de la ciudad. “Sí, claro. Creo que las dos obras hablan de la soledad, tanto para el hombre como para la mujer. Por supuesto que al yo ser mujer, es muy posible que me apoye en personajes femeninos para contarlo. La boticaria está aburrida, que es uno de los estados más profundos de la soledad, según mi punto de vista. Es el estado que te aleja de todo, que te quita las ganas. Ella trata de entretenerse vinculándose con alguien, seduciendo y dejándose seducir. Pero al final, como siempre, el entretenimiento se termina y vuelve el aburrimiento y ahí está la soledad. Pero parece que no solo los personajes están solos... mis historias piden soledad para que se hagan presentes en escena.”
La historia es sencilla. En una noche muy calurosa de un pueblo de provincia, dos hombres: el Viejo (Mauricio Minetti) y Raúl, el joven (Francisco Espinal), que trabajan como técnicos para una película que se filma en ese lugar, desean acercarse a La Botica, con cualquier excusa que sirva para vincularse con la jovencita (Marianela Iglesia) que atiende el lugar y está casada con un hombre mucho mayor, dueño del negocio. La soledad y el tedio son también para los hombres de la ciudad que se aburren en el pueblo: “Creo que al Viejo también lo mueve el aburrimiento. El tedio de su propia realidad lo empuja a la aventura de acosar a una joven desconocida. Yo creo que en su fuero íntimo (y así lo trabajamos) sabe que no va a hacer nada con ella. Porque no es un violador ni un abusador, solo quiere vivir algo distinto. Y lo que me ayuda a contar esto es el vínculo con el Joven (encarnado por Francisco Espinal). El miedo que tiene el joven de un posible abuso del hombre es lo que cuenta y lo que asusta. La manera de contar esta parte ‘oscura’ no fue haciendo que el Viejo fuese oscuro, sino justamente a través del vínculo, por oposición y por reacción del otro personaje.” El subtexto, lo no dicho, late fuertemente. Al comienzo aparenta el futuro de una situación bastante violenta para con la joven. Pero esa situación se transforma, casi como en un cuento de hadas, e incluso surge una incipiente relación entre los dos jóvenes.¤
La boticaria. Domingos 18.30 hs. Teatro Anfitrión. Venezuela 3340. Reservas: 49312124. $ 50.
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