Viernes, 25 de noviembre de 2011 | Hoy
MUSICA
Liliana Saumet, cantante de Bomba Estéreo, se anima a la experimentación y pone a dialogar nuevos y viejos estilos en la fusión del folclore y los ritmos tropicales colombianos con elementos y texturas contemporáneas de corte más bien electro, rockero y urbano. Con esa alquimia que nunca paró de crecer y evolucionar, Bomba Estéreo puede considerarse hoy una de las bandas colombianas independientes con mayor proyección internacional, y Liliana, su voz y presencia, su marca registrada.
Por Miss Bolivia
Estoy medio apunada y llego tarde al Museo Nacional de Bogotá. Hermoso todo y por donde mire brotan plantas y flores que miden el triple del tamaño que cualquier planta de casa: en Colombia es así, la naturaleza está a flor de piel y se nota. Me encuentro con Liliana Saumet, cantante de la banda Bomba Estéreo, con quien hacía tiempo ya veníamos amagando y esta vez coincidimos por cuestiones musicales. Aunque Lili hace casi un año que si no está de gira vive en la ciudad argentina de Córdoba: una vuelta llegó hasta allí por un show y su corazón echó raíces. Ahora vive con otros artistas en comunidad y hasta por momentos le asoma tímida la tonada cordobesa.
Siempre me llamaron la atención su tranquilidad y el tempo lento al hablar por fuera del escenario; su ritmo y cadencia contrastan aún más con la explosión que Liliana detona en vivo. Como si esa velocidad crucero fuera necesaria para balancear la energía derramada en la tarima que explota show tras show.
Lili es cantante y compositora autodidacta. Nació y creció en Santa Marta, Colombia, una ciudad mayormente turística y pesquera, y hasta hace unos años vivía a dos cuadras del Caribe. Estudió marketing y diseño, y antes de dedicarse full time a la música diseñaba y fabricaba bikinis y bolsos.
¿Y cómo fue que la música ocupó el podio?
–Mi recorrido musical es totalmente práctico, sin teoría. Empezó como hobby. Me juntaba de modo informal con bandas de amigos (la primera se llamaba Mister Gomes en Bombay) y tocábamos nuestros temas en fiestas y recitales del circuito under. Enseguida muchos empezaron a remarcar que mi voz tenía rasgos de la cumbia. Dicho y hecho: el teléfono comenzó a sonar y eran los cumbieros que me querían de cantante. En 2007, uno de los que llamaron fue Simón Mejía, fundador y productor de la banda Bomba Estéreo, que en ese entonces tenía un formato instrumental y buscaba cantante para un tema que se llamaba “Huepajé”. Compusimos la letra y grabamos las voces en cuarenta y cinco minutos, le pusimos el moño y salió a Nueva York para su mezcla y mastering: iba como piña”.
Después de poco tiempo y en lo que siguió, Liliana empezó a escribir las letras y la combinación de su voz tropical con lírica caliente fluyendo sobre las programaciones de Simón Mejía tomó alto vuelo; el sonido de Bomba continuó definiendo su propia identidad y una estética cada vez más particular. Y aunque el proyecto venía dando batalla desde hacía ya un tiempo, la catapulta a la masividad y el éxito se disparó en 2008 con el lanzamiento del segundo trabajo de la banda, Estalla, que trajo bajo el brazo el archipotente y próspero hit “Fuego” con el cual Bomba se posicionaría firme y solvente ante los ojos del mundo y la industria discográfica. El disco está íntegramente cantado por Liliana Saumet y la base instrumental se desliza entre la cumbia, la electrónica y el dub, entre el rock, el drum n’ bass, la psicodelia y motivos populares que destilan electrovacilón y gozadera. La orquestación va y viene entre lo digital y tracción a sangre.
Musicalmente, BS explora un camino que ya en los ‘90 habían comenzado a transitar bandas colombianas como Sidestepper y más adelante Chob Quib Town. Solamente en 2010, se presentaron en más de 40 ciudades de América latina, Europa, Asia y Estados Unidos, con actuaciones en los festivales y encuentros musicales más prestigiosos del mundo, recibiendo nominaciones a los premios MTV como Mejor Nuevo Artista Central. Y tanto en el circuito de difusión mainstream como en el under, sus temas suenan en radios, bandas sonoras, cortinas y publicidades. Los shows, sin excepción, revientan la taquilla.
Cuando Liliana grita “Fuego”, se quema la casa. De verdad. El público enloquece y algunos parecen poseídos.
–Como que se mete un espíritu en el cuerpo y no pueden parar de bailar – continúa Saumet–. Y la cosa es de ida y vuelta. Lo que más me importa es que haya conexión con la gente, que la gente se sienta bien. Baile y alegría por un rato más allá de lo que pase. Comunión y exorcismo –dice.
Las olas y las letras
Proyectos como Bomba Estéreo, Systema Solar, Chob Quib Town y Pernett, entre otros, llaman la atención sobre Colombia como polo musical donde la fusión y reinterpretación del folclore del trópico con bases digitales que estallan las pistas es un común denominador. Voces de sonoridad nativa como la de Liliana Saumet, tirando fuego y rapeando sobre beats de cumbia con bombos de house y bajos gordos, intercalando orgánicamente con momentos de pregón y la postal del mar invitan al baile a la música popular de raíz para ponerla a conversar con lo digital y la fiesta urbana. Los pregones y las cumbias se hilvanan con momentos de rima y ragamuffin; las guitarras psicodélicas y los tambores del mar, con bajos sintetizados y las voces procesadas como en el dub.
Naciste y creciste en el Caribe, ¿qué grado de presencia tiene el mar en la composición de tus letras?
–Santa Marta es una bahía que parece pintada como una postal. Siento que la fuerza del mar y la cultura de playa son tan potentes que pueden forjar el carácter de un pueblo y, en la costa, nosotros decimos las cosas de frente, sin tanto palabrerío. Creo que mis letras son directas y sin vueltas. Se habla de fuego, de baile, de energía, del mar y el cachondeo, se critica al establishmet y la amnesia social. Por otra parte, en el universo de las letras tropicales, se dicen cosas a flor de piel como si se estuviera en constante clave de coqueteo. Y el paisaje del mar ya de por sí es sensual. Mis letras pueden ser sensuales o pueden ser una trompada (en “Niña rica” canta; no comen grasa, no comen harina/ sólo consumen diez gramos de cocaína/ no tienen celulitis, no tienen estrías/ tienen veinte años y treinta cirugías/ el manos de tijera les quedó chiquito/ pareces un monstruo, pareces un mito/ te veo en la playa y te juro que vomito/ eso no es belleza, cómo te lo explico”). Sin embargo, en este momento estoy componiendo las letras del próximo disco que saldrá en 2012, y debo decir que el paisaje es más íntimo, son letras de adentro y más reflexivas. Mi estilo vocal y la forma de colocación nasal tienen que ver quizás con un modo de hablar caribeño y con los motivos ancestrales de canto popular de una región de mar.
Pasamos el día entero con Lili, fuimos al estudio del sello Polen a escuchar la cocina del próximo disco: una aplanadora en camino. Fuimos a comer arepas de huevo. Fuimos a bailar dubstep a un club. Comimos pizza. Llovió mucho. Nos tomamos un taxi y taza taza. Esa noche hablamos de todo, pero en lo que más insistimos fue en la percepción de un movimiento actual donde las nuevas expresiones reversionan lo popular y confirman una vez más que las tendencias se orientan hacia la impureza y la promiscuidad de género y estilo. La mezcla, la provocación, el bastardeo y la convivencia de elementos y motivos en apariencia excluyentes ponen las cartas sobre la mesa de la inclusión y la reinterpretación de guiones culturales, se flexibiliza la tradición y la postal caribeña dialoga con el club.
También dijimos que las bocas de expendio musical se van multiplicando y redistribuyendo. Que se baraja y se da de nuevo. Que Puerto Rico, que Colombia, que Argentina, que Chile, que Latinoamérica se escucha, que está al palo como usina de expresión regional para el resto del mundo y suena en español. Y que algo está pasando, graciadió.
La banda conformada por Simón Mejía, Liliana Saumet, Kike Egurrola y Julián Salazar se presenta en Buenos Aires hoy y mañana en Niceto Club. También, actuarán en Córdoba el domingo en El Roxy.
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