Viernes, 6 de enero de 2012 | Hoy
VISTO Y LEíDO
Una colección de libros para chicos y chicas que da cuenta de lo diverso a través de buenas historias y estimulando la rueda del libre pensamiento.
Por Marisa Avigliano
A veces los libros para chicos se convierten en manuales y se vuelcan laboriosos a la tarea de explicar algo. Ese algo puede ser tan variado como una preocupación social, una moda o un miedo. Escritos desde la enseñanza, desde la reflexión, son moralizantes y educados. En lugar de explicar la fotosíntesis, la alimentación de las sifacas o el clima en el Kilimanjaro, estos manuales están destinados a dar cuenta de algo, a llamar la atención de padres y maestros –y hasta pueden llegar a ser la caricia de un pariente olvidado que llega tranquilo con el mejor regalo de cumpleaños–. En esa metamorfosis de libro de cuentos a manual de intenciones, se descosen los dobladillos y se pierde el encanto de atravesar las historias con libertad infrecuente. Quizá se trate sólo de un puente y del boleto con el que se paga el cruce a una tierra de aventuras donde hay de todo, un todo que va más allá de las conveniencias oportunas, más allá de las estéticas del buen gusto y del bien pensar. Quizá todavía sean necesarios estos manuales para desplumar desprecios y vergüenzas, “uno nunca sabe”, dice uno de los personajes de Si alguien te espera, y uno nunca sabe todo lo que tiene que pasar antes o después del olvido para que los libros se metan adentro de uno sin explicaciones. Mientras tanto, esperamos que los chicos –y los grandes también, claro– lean buscando traspasar cualquier pensamiento adiestrado en las convenciones, tan inquietos y conmovidos como quieran. Cruzando el puente y con las mejores intenciones están algunos de los libros de la colección “Todos Distintos” de Macmillan, pensados desde la diversidad y buscando ser cosecha de los cambios.
Si alguien te espera, de la rosarina Lydia Carreras de Sosa, cuenta la historia de Itatí, una nena de once años hija de María Rosa Ramírez, madre soltera, paraguaya y presa. Itatí, que había vivido toda su vida con su madre –presas las dos aunque se tratara de una institución modelo–, de golpe y por decisiones judiciales tiene que salir al mundo. Como nadie la espera afuera, se va a vivir con la abogada de su madre, una mujer de más de treinta años, sin hijos ni pareja, que toma su guarda temporaria. Ese tiempo de guarda es casi el mismo tiempo que se cuenta en Si alguien te espera y será un tiempo de inclusión, Itatí y la escuela, los amigos, el amor y la vocación. Los detalles cuentan, el director de la escuela a la que va a ir Itatí –Irupé para los distraídos de siempre, que nunca recuerdan el nombre del que no les importa– acepta que la nena tenga un familiar preso, pero se sorprende cuando ese familiar es su madre. A partir de ahí, el aprendizaje y las diferencias cruzan estereotipos y vergüenzas de clase. Lo correcto y lo incorrecto, misión eterna de la burguesía en el territorio de lo prolijo, arman el tablado y explican roles sociales.
En Mermelada de ciruelas –premio Hans Christian Andersen 2006–, de Margaret Mahy, la historia que se cuenta es la del señor Castillo, un padre de familia –casado y con tres hijos– que se descubre amo de casa cuando su mujer consigue un trabajo –medicina electrónica para curar las manchas solares– y tiene que limpiar el baño, cocinar un bizcochuelo y dormir al bebé. Pero un día el amo de casa recibe en su cabeza –como Newton la manzana– una ciruela. A partir de ese momento, el talento oculto del señor Castillo cambiará la rutina, las papilas gustativas y hasta los cuerpos de su familia. De pronto, la familia Castillo se quedará sin frascos y sin sabores, pero tendrán mermelada de sobra, mermelada en todo, con todo y debajo de todo.
Seguiremos buscando libros para los chicos (sin olvidar las leguas de un submarino en viaje) mientras esperamos que la literatura con sentido de la oportunidad no nos deje tranquilos sólo porque los vemos leer y nos vuelva por arte de magia –siempre hay hechizos esperando su hora– padres republicanos en batas de toalla blanca de hoteles de nueve estrellas como los de Inez (Rachel McAdams) en la medianoche parisiense de Woody Allen.
Si alguien te espera
Lydia Carreras de Sosa
Ilustrado por María Jesús Alvarez
Mermelada de ciruelas
Margaret Mahy
Ilustraciones Marcelo de Elizalde
Colección “Todos distintos”
Grupo Macmillan
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