Viernes, 6 de enero de 2012 | Hoy
EL MEGáFONO)))
Por Yanina Griboff *
Empieza el 2012 y es un buen momento para tomar el nuevo año como un punto de inflexión para modificar aquellos hábitos que no nos gustan y adquirir otros más sanos y responsables para una y también para el medio que nos rodea. Un ejemplo de estos cambios posibles es usar la imaginación y utilizar aquello que estamos por descartar como un material para crear nuevos objetos: es cuestión de darles un nuevo tratamiento a los desechos.
Por ejemplo, aggionnar los viejos repasadores cociéndoles parches de diferentes figuras elaborados con retazos de géneros que haya en algún rincón del placar. Un cajón de frutas se puede convertir en un estante para guardar juguetes o libros. También se le puede agregar rueditas y convertirlo en un cajón móvil.
Los envases plásticos de yogures son interesantes para cortarlos en cilindros, forrarlos con tiras de géneros o servilletas estampadas y utilizarlos como servilleteros. Mientras que los frascos de mermeladas son ideales para decorarlos con trenzas y borlas de tela y utilizarlos como floreros. En lo personal, me gusta agrupar varios frascos de diferentes alturas y armar rincones. Incluso el reciclaje se puede convertir en un plan familiar para hacer con los chicos. Una posibilidad es armar catalejos usando tubos de cartón de rollos de cocina e intervenirlos con papeles de colores o revistas.
Otra opción es sacar las medias viejas del ropero e inventar muñecos de trapo, títeres de mano o incluso pelotas de tela con un poco de arroz o arena de relleno y decorarlos con todo lo que haya por ahí (botones viejos, pedacitos de cintas de colores o encajes, ovillitos de lana, lentejuelas, plumas, etc.). Más allá de jugar, también el reciclaje hogareño puede ayudar a la hora de hacer un regalo si se reaprovechan las bolsas de papel de obsequios previos que uno acumula –y ocupan un montón de lugar. Pegarles papeles de colores, una linda tarjeta y reutilizarlas.
Nada se queda afuera: los accesorios de temporadas pasadas se pueden modificar con imaginación y un mix de objetos sin uso. Hay que animarse a desarmar y a combinar las diferentes piezas y a agregarles elementos.
Además de la utilidad, modificar estas pequeñas conductas colabora a ensuciar un poco menos. No hay que esperar a hacer grandes cambios, podemos empezar hoy haciendo cosas chiquitas. Si educamos a nuestros hijos y nos reeducamos a nosotros mismos en evitar la moda del usar y tirar, en ser responsables cada uno desde su lugar –como diseñadores, como productores o como consumidores– nos daremos cuenta de que un mundo más limpio no es el que más se limpia sino el que menos se ensucia. ¡A reciclar!
* Diseñadora de Lua Chea (con Ivanna Griboff), una marca de accesorios con conciencia ecológica que nació de utilizar retazos, papeles y descartes.
Más información: www.luachea.com.ar
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