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Viernes, 25 de mayo de 2012

VISTO Y LEIDO

Abrir el paraguas

La historia de las mujeres en la Argentina con una mirada pluricultural y anticolonialista se puede descubrir, sintetizar o leer de forma accesible en Mujeres tenían que ser, de Felipe Pigna.

 Por L. P.

Las nenas siguen teniendo peinetas altas y mantillas en el pelo. Pero, ahora, en los actos escolares también hablan. Dicen que quieren comerciar, decidir y que Buenos Aires está convulsionada en este mes de mayo de 1810. La gran representación histórica de la historia –los actos escolares– ya les dan más letra a las niñas sobre el papel de las mujeres, y eso habla de la reescritura de la historia argentina. También de que ellas pueden actuar. Porque al principio del teatro argentino –en 1783– de mujeres hacían los hombres –y no por amplitud sino por misoginia–. Las jóvenes y adultas tenían prohibido ser representadas o representarse a sí mismas. Eso le pasó a Mercedes González Benavides, viuda de dos maridos y madre de tres hijos, que tuvo que enfrentar un juicio de su propio padre abogado para que su hija no pudiera ejercer su vocación de actuar, cantar y bailar porque “no sólo se echa sobre sí la nota de la infamia, sino que la hace trascender a todos sus parientes (...) y la compañía se completa con las personas más viles y despreciables como las mulatas”.

Los click que, en la actualidad, se convierten en aplausos, fotos o humedales de emoción en las fiestas escolares también hablan del paneo de progresos no sólo para las mujeres sino también para las niñas. “La revolución se hace con sonrisas”, dice un maestro en la escuela porteña Raúl Scalabrini Ortiz. Y esas sonrisas también fueron una conquista. Mariquita Sánchez decía que la vida de los tiempos coloniales era “muy triste y monótona”. “Recién con la llegada de aires revolucionarios a la colonia, lo que ocurriría a partir de las Invasiones Inglesas, las cosas empezarían a cambiar”, azuza el historiador Felipe Pigna.

Mujeres tenían que ser. Historia de nuestras desobedientes, incorrectas, rebeldes y luchadoras. Desde los orígenes hasta 1930, de Pigna, publicado por Editorial Planeta, es un extenso libro que recoge un trayecto de luchas e historiografía femeninas (como la de Dora Barrancos, entre muchas otras), con un marco anticolonial y con la posibilidad de releer, contar, divulgar, sintetizar o aprender nuevas formas de presencias colectivas y singulares de las mujeres en un pasado que hoy se hace presente.

La escarapela o el locro marcan los iconos de la fecha. Pero lo más interesante es rebobinar un poco del 25 de Mayo y hurgar antes de la postal del pueblo abriendo los paraguas. En el capítulo “Mujeres en tiempos de revolución” se describe cómo treinta años antes de 1810, en 1780, comienza la revolución andina de Tupac Amaru II, en donde Micaela Bastidas fue su compañera –se casó con Tupac el 25 de mayo de 1760– y esa palabra no le queda chica. Ni a ella ni a muchas. “Mucho antes de que las criollas de la elite se interesaran por las novedades de Europa en materia política, las mujeres de las comunidades quechuas y aymaras se sumaron a los ejércitos rebeldes que llegaron a hacer tambalear el poder colonial”, realza el libro. En 1781 fue torturada, obligada a ver morir a su hijo y ejecutada en la plaza principal de Cuzco.

En 1789 la Revolución Francesa cambia las muy femeninas fraternidad, igualdad y libertad por la “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano” y las que habían servido de símbolo y vanguardia tuvieron que marchar a la retaguardia, como Olympe de Gouges, que pedía el derecho a la libertad sexual y fue mandada a la guillotina por sus ex camarillas revolucionarios en nombre de la salvación pública.

Lo mismo le pasó, en el sur, a Micaela Bastidas. Y también fue apaleada –por los realistas– durante nueve días la guerrillera María Remedios del Valle, quien peleó desde el 6 de julio de 1810 en el Ejército del Norte, junto a Manuel Belgrano, que la nombró capitana. Pigna rotula la importancia de María: “Malas noticias para los racistas: la Madre de la Patria era negra”. Por ese y muchos relatos este libro ayuda a iluminar la historia que fue invisibilizada y tiene colores, palabras y representaciones. A mucha honra.

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