En 2009, La Loca de Mierda se propagó como esos virus fatales (era imposible no verla), sobre todo entre muchas mujeres que, a pie de página virtual, decían descostillarse de risa con los primeros planos de la pelicorta y ese verosímil que genera la identificación cuando da en el hueso de algo. Cuenta Malena hoy que, desde el video número 11, totalmente autogestionado, la empezaron a reconocer en fiestas y más tarde en la calle. Porque si algo hay que decir de aquella Loca... es que si bien trataba los tópicos del género femenino, en una suerte de reverso de la boluda total pero desde el mismísimo centro de La Horqueta (o desde donde sea que estuviera pero con papa en la boca incluida), lo hacía desde su propia clase y sin caretear marcas, símbolos y claves de pertenencia. Y eso, a pesar de que pudiera bordear lo insoportable, es un mérito de su creadora, que nunca renegó de su origen de chica bien ni intentó disfrazar el costado rugbier y limpito de su apellido Pichot.

La Loca le ponía el cuerpo a los clichés utilísimos sobre la menstruación, las rupturas amorosas o el novio nuevo, tematizando los pedos que se sueltan de madrugada o tirando máximas como “con los chongos hay que dormir con un ojo abierto y uno cerrado”, como le decía una de sus interlocutoras/amigas en aquel principio que le valió un nombre y un contrato con MTV. Con trabajo estable es que Malena decidió dejar su carrera de Letras y pasar del artesanato a las grandes ligas: La Loca de Mierda saltó a la pantalla y de ahí al stand up, sin plantearse demasiado que lo suyo era la actuación. “Me interesaba decir ciertas cosas, hacer una parodia de todo lo que odio de mí y de las mujeres en general, ridiculizar aquello que la cultura te mete como figurita fija y que en la realidad se desmiente”, dice, y aclara que el feminismo está en su vida mucho antes de poner la carita en la cámara: su mamá preside la ONG Dando a luz y entrena mujeres hace décadas a favor del parto respetado. Pero también necesita explicar por qué dio ese gran paso que implica, de alguna manera, jugar con el enemigo. Un papel en el bodrio costumbrista fuera de tiempo El hombre de tu vida y el espacio que tiene desde febrero en Duro de domar confirman lo que ella dice con palabras: “Estoy dispuesta a trabajar con misóginos porque si no no trabajo en ningún lado”, dice y aclara que la convocatoria de Campanella le parecía demasiado tentadora y que ella metió de su cosecha en un guión que atrasa, por lo menos, 20 añitos (esto último corre por cuenta de esta cronista).

En el políticamente correcto Duro de domar, que sigue disfrazando a un enano de mujer y necesitando de una panelista sexy para hacer del debate un varieté digno de televisar, Malena produce todas las semanas una entrega de Cualca, un corto actuado por ella y un grupo de amigos actores y actrices, también guionado y editado por la protagonista en trabajo de equipo, donde el elenco estable revisa cada tanto aquello de los estereotipos de género. Con motivo de la Semana del Parto Respetado, Cualca se ocupó de la violencia obstétrica y provocó la ira de la Asociación Obstétrica Argentina, que emitió un comunicado para repudiar a Pichot, calificándola de “joven señorita”, lo cual no hizo más que reafirmar la urgencia de sacarles el polvo a varios cerebros de la institución y acelerar su compromiso para que la violencia obstétrica termine, en vez de cargar tanto las tintas contra los medios que visibilizan una realidad mucho más dura en hospitales públicos y en el interior del país que lo que el video de Pichot refleja.

Si bien el humor de Pichot sigue trazando grueso, es un poco el juego que hay que jugar en la pantalla chica. En definitiva, Pichot es hoy la única mujer haciendo humor feminista en la tele. Puede mejorar, eso seguro, pero por ahora no son ni Flor Peña (que lo intentó con buenos resultados en Chabonas, pero no siguió ese camino) ni Moria Casán (obsesionada en autoseñalarse como la única rebelde) las incorrectas de la tele. Es Malena Pichot y su cualquerismo bien estudiado.